jueves, 6 de diciembre de 2018

EL MITO DE LA CAVERNA DE PLATÓN. (Libro VII de La República)




Imagina unos hombres, dice Platón, que al nacer son encadenados a un muro que no llega al techo, dentro de una gruta, con un foco que no pueden ver y cuya luz  les llega desde atrás por encima de la tapia, como tampoco pueden ver a las personas que detrás del muro caminan, hablando o en silencio, haciendo sobresalir de la pared objetos de madera o piedra que proyectan sus sombras sobre la pantalla que tienen enfrente.

Toda su vida la pasan ahí, una generación tras otra. Le han dado nombre a los objetos que ven y que consideran reales: caballo, guerrero, cuervo, gato… pasan el tiempo intentando adivinar cuándo y en qué orden y dirección aparecerán las figuras, si hablarán o no y con qué tono y con qué timbre. Alguno de ellos es admirado y casi venerado por la cantidad de aciertos a que llega con su atenta observación, llegando a ser el líder de la comunidad.

Ese hombre, desatado y obligado a mirar las figuras reales y no sus sombras, seguiría en principio pensando que la realidad era lo que siempre vio no lo que ahora ve. Forzándole a salir de la cueva, quedaría momentáneamente ciego ante la luz del sol y poco a poco iría distinguiendo primero las sombras, después las imágenes reflejadas en el agua, después las propias formas de las cosas, nítidas y policromadas y por último podría comprobar que el sol iluminaba todo el mundo y podría comprender el universo.

Conocida esta verdad no le apetecería regresar de ninguna manera a gozar de los honores que sus compañeros le dedicaban en la caverna. Sin embargo debe volver y explicarles lo equivocados que viven pensando que las sombras reflejadas es la realidad, sino que la verdad está fuera de la caverna. En principio lo toman por loco; y teniendo los ojos acostumbrados a la luz, de momento no podrá distinguir las sombras que antes dominaba, considerarán que por haber salido fuera tiene los ojos estropeados por lo que si él intentara liberarlos de las cadenas, con seguridad  lo matarían.
SÍMBOLOS DE LA ALEGORÍA
PRISIONEROS- El hombre en su mundo con sus valores
LIBERACIÓN .- Descubrimiento del mundo verdadero o de las ideas
SOMBRAS PROYECTADAS-  Las imágenes que el hombre ve en su mundo que son reflejo de los objetos del mundo verdadero o de las ideas
OBJETOS REFLEJADOS EN EL AGUA.-  Ideas matemáticas
OBJETOS.- La realidad del mundo superior o de las ideas.

SOL.- Idea suprema del bien, de la luz, del conocimiento

sábado, 1 de diciembre de 2018

A HELEN.- Edgard Allan Poe

 Con quince Edgar Allan Poe años se enamoró platónicamente e idealiza a Helen Stanard, joven madre de uno de sus compañeros a cuya casa acudía a jugar, le compuso este poema:

«Helen, tu belleza es para mí como esas remotas barcas niceas que, dulcemente, sobre un mar perfumado, traían al cansado viajero errabundo de retorno a sus playas nativas»


Ella, agradecida, lo introduce en el mundo de la pasión adulta. Su amor clandestino duró toda la vida de Helen, casi un año, quien murió en 1824 con treinta y un años dejando al muchacho lleno de dolor y desconsuelo. Él nunca la olvidaría.



FIÒDOR DOSTOIEVSKI.- DOS OBRAS



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GOETHE -JOHANN WOLFGANG DOS OBRAS



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NOBLE VENIDO A MENOS EN EL SIGLO XVI (Lazarillo de Tormes)


RELACIÓN DE SU PERSONA VALEROSA QUE SU AMO DA A LÁZARO DE TORMES

“Mayormente -dijo- que no soy tan pobre que no tengo en mi tierra un solar de casas, que a estar ellas en pie y bien labradas, diez y seis leguas de donde nací, en aquella Costanilla de Valladolid, valdrían más de doscientas veces mil maravedís, según se podrían hacer grandes y buenas; y tengo un palomar que, a no estar derribado como está, daría cada año más de doscientos palominos; y otras cosas que me callo, que dejé por lo que tocaba a mi honra.
Y vine a esta ciudad, pensando que hallaría un buen asiento, mas no me ha sucedido como pensé. Canónigos y señores de la iglesia, muchos hallo, mas es gente tan limitada que no los sacarán de su paso todo el mundo. Caballeros de media talla, también me ruegan; mas servir con estos es gran trabajo, porque de hombre os habéis de convertir en malilla y si no, ¡anda con Dios! os dicen. Y las más veces son los pagamentos a largos plazos, y las más y las más ciertas, comido por servido. Ya cuando quieren reformar conciencia y satisfaceros vuestros sudores, sois librados en la recámara, en un sudado jubón o raída capa o sayo.
Ya cuando asienta un hombre con un señor de título, todavía pasa su lacería. ¿Pues por ventura no hay en mi habilidad para servir y contestar a éstos? Por Dios, si con él topase, muy gran su privado pienso que fuese y que mil servicios le hiciese, porque yo sabría mentille tan bien como otro, y agradalle a las mil maravillas: reille ya mucho sus donaires y costumbres, aunque no fuesen las mejores del mundo; nunca decirle cosa con que le pesase, aunque mucho le cumpliese; ser muy diligente en su persona en dicho y hecho; no me matar por no hacer bien las cosas que el no había de ver, y ponerme a reñir, donde lo oyese, con la gente de servicio, porque pareciese tener gran cuidado de lo que a él tocaba; si riñese con algún su criado, dar unos puntillos agudos para la encender la ira y que pareciesen en favor del culpado; decirle bien de lo que bien le estuviese y, por el contrario, ser malicioso, mofador, malsinar a los de casa y a los de fuera; pesquisar y procurar de saber vidas ajenas para contárselas; y otras muchas galas de esta calidad que hoy día se usan en palacio.
Y a los señores dél parecen bien, y no quieren ver en sus casas hombres virtuosos, antes los aborrecen y tienen en poco y llaman necios y que no son personas de negocios ni con quien el señor se puede descuidar. Y conestos los  astutos usan, como digo, el día de hoy, de lo que yo usaría. Mas no quiere mi ventura que le halle.”
Desta manera lamentaba también su adversa fortuna mi amo, dándome relación de su persona valerosa.
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PAULO COELHO.- DOS OBRAS


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OSCAR WILDE.- TRES OBRAS


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EDGAR ALLAN POE .- TRES OBRAS



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LOS MISERABLES - Víctor Hugo


LOS MISERABLES.- 1 FANTINE .- Víctor Hugo 

LOS MISERABLES.- 3 MARIUS .- Víctor Hugo



                                                                                                           
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CRIMEN Y CASTIGO 1ª PARTE Fiódor Dostoievski
CRIMEN Y CASTIGO 2ª PARTE.-Fiódor Dostoievski
CRIMEN Y CASTIGO 3ª PARTE.- Fiódor Dostoievski
CRIMEN Y CASTIGO 4ª PARTE.- Fiódor Dostoievski

CRIMEN Y CASTIGO. PDF