domingo, 26 de febrero de 2017

EL LAZARILLO DE TORMES



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Lázaro de Tormes, pregonero toledano, trata 
de explicar   en una carta “el caso”  que algún personaje importante le pide que explique :Y pues V.M. escribe se le escriba y relate el caso por muy extenso, parecióme no tomalle por el medio, sino por el principio, porque se tenga entera noticia de mi persona, ...”
Y siendo el librito corto, larga es la carta y cumple con la entera noticia de su persona desde el momento de su nacimiento en un molino en medio del río Tormes en Salamanca, su infancia paupérrima y su juventud miserable, hasta llegar a la mezquina prosperidad como pregonero en la ciudad de Toledo, triste oficio pero bien pagado. 

Siendo ya funcionario real, fíjase en él el arcipreste de Sant Salvador y lo casa con una su criada proporcionándoles, el tal párroco, una casa al lado de la suya, comida y ropa... Lázaro conoce por fin la vida tranquila y plácida, aunque malas lenguas van diciendo no sé qué y sí que sé. 

Aquí el caso que nuestro Lázaro debe relatar pues ha causado “alarma social”. Caso bochornoso e infame de tríos consentidos entre clérigo, criada y marido, gravemente penado por la ley de la época. (¡Por Dios, a dónde iremos a parar!)

Sencillas, sabias y  divertidas son las palabras que el pregonero de Toledo utiliza para relatar el caso y hacernos comprender, a  “Vuestra Merced” y a los lectores, que la decisión que tomó es la más acertada, la más justa y la más beneficiosa para él, para su mujer, para el cura de Sant Salvador y para todos los que ahondemos en él, pues nuestro conocimiento y virtud se verán agrandados con mucho agrado.
Aunque el cornudo es el postrero que se entera, cuando las maledicencias llegaron a oídos del marido, Lázaro prudentemente preguntó a su mujer delante del clérigo y ésta juró, perjuró y lo maldijo tanto, que el pobre se arrepintió de haber dudado de ella; mientras que el arcipreste le aconsejó con inteligentes palabras: ““Lázaro de Tormes, quien ha de mirar a dichos de malas lenguas, nunca medrará. Digo esto porque no me maravillaría alguno, viendo entrar en mi casa a tu mujer y salir della. Ella entra muy a tu honra y suya, y esto te lo prometo. Por tanto, no mires a lo que pueden decir, sino a lo que te toca, digo a tu provecho.”

Así quedó zanjada la cuestión quedando en libertad la dama para entrar y salir de casa del cura a cualquier hora del día o de la noche, pues Lázaro quedó bien seguro de su bondad y los tres quedaron conformes. Desde entonces Lázaro no consiente que nadie hable mal de su mujer porque es la cosa que más quiere en el mundo y la ama más que a sí mismo.

Claro que estas acertadas decisiones no están al alcance de cualquier persona aunque haya estudiado en prestigiosas universidades, solo los que han padecido privaciones y han tenido la fortuna de conocer los maestros con los que Lázaro vivió, pueden llegar a tan expertas conclusiones.
Para llegar a ese doctorado, Lázaro hubo de criarse niño huérfano de padre con madre amancebada con criado negro y hermanastro negrito, a quien le daba miedo ver a su padre negro entre todos los blancos,  no viéndose a sí mismo negro.
Cuando ya mozuelo capaz de hacer recados, su madre se lo entrega como guía a un ciego, quien a base de calabazadas, jarrazos y tolondrones le hace un punto más sabio que el diablo. Cuenta Lázaro que le dijo el ciego: ““Yo oro ni plata no te lo puedo dar, mas avisos para vivir muchos te mostraré.”


Y él agradecido comenta: “Y fue ansi, que después de Dios, éste me dio la vida, y siendo ciego me alumbró y adestró en la carrera de vivir. Huelgo de contar a V.M. estas niñerías para mostrar cuanta virtud sea saber los hombres subir siendo bajos, y dejarse bajar siendo altos, cuánto vicio.”

Habiendo aprendido todo lo que el ciego le podía enseñar y cansado de tantos palos, lo abandona en un día de lluvia, herido y en el suelo embarrado,  después de haberle hecho dar un gran salto estrellándose contra una columna, como venganza por las palizas recibidas. “¿Cómo, y olistes la longaniza y no el poste? ¡Ole!¡Ole! -le dije yo. 

Y dejéle en poder de mucha gente que lo había ido a socorrer, y tomé la puerta de la villa en los pies de un trote, y antes que la noche viniese di conmigo en Torrijos. No supe más lo que Dios dél hizo, ni curé de lo saber.”
 
Escapa del trueno y cae en el relámpago con su nuevo amo. Si el ciego era avaro, el clérigo al que sirve por seis meses es la idea en estado puro de la avaricia; si con aquel hubo de usar ingenio para matar el hambre, con éste debe llegar a la maestría para que el hambre no le mate. Una cebolla para cuatro días y el repaso de los huesos de cabeza de carnero, bien roídos, los sábados, era todo su alimento, mientras el capellán le animaba: “Toma, come, triunfa, que para ti es el mundo. Mejor vida tienes que el Papa.”

Con imaginación consigue hurtarle algo de pan que el avaro guardaba bajo llave; descubierto y golpeado lo expulsa de su casa diciéndole: “Lázaro, de hoy mas eres tuyo y no mío. Busca amo y vete con Dios, que yo no quiero en mi compañía tan diligente servidor. No es posible sino que hayas sido mozo de ciego.” 

Y santiguándose de mí como si yo estuviera endemoniado, tornase a meter en casa y cierra su puerta.”



Fortuna adversa la de Lázaro de Tormes, quien llegando Toledo viene a hacerse criado de un escudero venido a nada, al cual, movido de caridad y misericordia, tiene que alimentar con el fruto de la mendicidad; en pago recibe el conocimiento de la bondad que en sí encierra la virtud de la abstinencia y del ayuno: “Vivirás más y más sano -me respondió-, porque como decíamos hoy, no hay tal cosa en el mundo para vivir mucho que comer poco.”

Lázaro demuestra su buen corazón al querer bien al pobre escudero porque comprende que el que nada tiene, nada puede dar; así que Lázaro compasivo porque su amo comiera, quedaba él sin comer.

En la suerte de este escudero vemos modos, costumbres, vicios y virtudes de la nobleza baja de la España imperial de Carlos V
(NOBLE VENIDO A MENOS)

Acaba su relación con la huída del escudero cuando vienen a cobrarle el alquiler de casa y cama. “Así, como he contado, me dejó mi pobre tercero amo, do acabé de conocer mi ruin dicha, pues, señalándose todo lo que podría contra mí, hacía mis negocios tan al revés, que los amos, que suelen ser dejados de los mozos, en mí no fuese ansí, mas que mi amo me dejase y huyese de mí.”

Ocho días estuvo con un fraile mercedario, trotacaminos y amigo de seglares ; se fue luego a servir a otro fraile buldero, o sea de los que recorrían los pueblos vendiendo bulas papales que concedían indulgencias y perdones. Gran actor, artificioso y embaucador, comerciante de milagros aparentes. Cuatro meses sirvió al falso profeta.
Púsose luego al servicio de un buhonero que vendía las panderetas que pintaba.

Dejando ya de ser niño, otro capellán lo toma por criado y le entrega un asno, cuatro cántaros y un azote y le pone a vender agua por la ciudad. Gran momento que le cambia la vida a Lázaro pues con los dineros que logra ahorrar en cuatro años se puede vestir honradamente de ropa vieja y mercar una espada de Cuéllar.

Viéndose vestido de hombre de bien, abandona el negocio del borrico y el agua y asienta como hombre de justicia con un alguacil, mas viendo los peligros que corría y los palos que a su amo le dieron, renegó del empleo y ayudado de amigos y señores viene a verse en el oficio real de pregonero toledano con el que piensa mejorar su vida sabiendo que el que quiera medrar, iglesia, mar u oficio real.
Acercándose a los buenos, por ser uno de ellos, acepta casarse con la criada del arcipreste arriba mencionado llegando de esta manera “su prosperidad y a la cumbre de toda buena fortuna”

Y hasta el día de hoy, nunca nadie nos oyó sobre el caso; antes, cuando alguno siento que quiere decir algo della, le atajo y le digo: 

“Mira: si sois amigo, no me digáis cosa con que me pese, que no tengo por mi amigo al que me hace pesar; mayormente si me quieren meter mal con mi mujer, que es la cosa del mundo que yo mas quiero, y la amo más que a mí. Y me hace Dios con ella mil mercedes y más bien que yo merezco; que yo juraré sobre la hostia consagrada que es tan buena mujer como vive dentro de las puertas de Toledo. Quien otra cosa me dijere, yo me mataré con él.”

Y así que no habiendo daño de nadie, no hay caso, sólo virtud.  De todos es conocido que los mansos de espíritu, como Lázaro, poseerán la tierra,  la generosidad del cura  será recompensada con el ciento por uno y que por el amor que la mujer derrocha, será premiada tanto en la tierra como en el cielo.
Solo la envidia de los murmuradores pretendía empañar la dignidad del buen Lázaro de Tormes, que bien supo tener la virtud de subir siendo bajo

ADEMÁS:
Si todas las villas y lugares de la Macha contienden por ahijarse a don Quijote, son innumerables los escritores a los que se pretende otorgar la autoría del Lazarillo de Tormes, siendo que el autor es el mismo Lázaro González Pérez, hijo de Tomé González y Antona Pérez conocido por Lázaro de Tormes, pues es él quien en esta larga carta cuenta su historia en primera persona. Él es el autor y no ese tal Anónimo con que los editores firman el libro, así como Cide Hamete Benengeli es el autor del Quijote y no el tal Miguel de Cervantes, como todo el mundo asegura.
¡A cada uno lo suyo, señor! 

                                                   José F. Álvarez