domingo, 23 de julio de 2017

ANA KARENINA




He tardado mucho en leer Ana Karenina y no porque el libro sea gordo o pesado sino porque descubrí a Tolstoi muy tarde. A pesar de que me sonara como uno de los grandes de la literatura universal, no tuve ocasión hasta ahora. Debería haberlo leído con dieciséis años.  

A la alegría de descubrirlo se une el lamento por mi pobreza cultural. Pero como soy de naturaleza optimista hago míos los refranes de que “nunca es tarde cuando la dicha es buena” y “más vale tarde que nunca” y que “no hay mal que por bien no venga”,  que si entonces lo hubiera conocido, no tendría hoy la alegría de descubrirlo. (Y excúseme vuesa mercé, mi señor don Quijote que tan poco gusta de refranes.)

Y vamos a la materia.

Ana Karenina no es solamente lo que aparenta, una novela realista de amor y celos. Es un estudio genial del alma humana, una crítica mordaz de la alta sociedad rusa del XIX y una exposición de los pensamientos políticos de la época

Ana, hermana de Stiva y cuñada de Dolly viene a Moscú desde la capital San Petersburgo, para mediar en la relación matrimonial que amenaza ruptura por la infidelidad de Stiva. Consigue el acuerdo, sin embargo, interfiere inconscientemente en la posible futura relación de Kitty, hermana pequeña de Dolly, enamorada del conde Vronsky. 

Este Vronsky se enamora perdidamente de Ana que está casada con Alexey Alejandrovich Karenin, veinte años mayor que ella. Vronsky la acosa y la enamora; tienen una hija. Ana abandona al marido y al hijo que tiene con él y comienza nueva vida de familia con Vronsky, pero es rechazada por la sociedad rusa por vivir en concubinato. El amor de ambos es grande pero los celos y la inseguridad de Ana la llevan a la locura y al suicidio.

En paralelo vivimos la vida de Constantino Levin, amigo de la adolescencia de Stiva, enamorado de la cuñada pequeña de éste Kitty, con la que se casa felizmente y tiene familia.

León Tolstoi es generoso con los lectores, explica detalladamente cada uno de los estados de ánimo de sus personajes, permitiendo que los comprendamos, los aceptemos y hasta los amemos. 
Nos sumerge en la vida de los campesinos rusos del XIX, asistimos a las discusiones políticas del momento, observamos cómo se va fraguando el movimiento comunista... Y somos testigos de la moral social, hipócrita y falsa.

El contrapunto honesto, honrado y auténtico es Constantino, Kostia  Levin, hombre íntegro y virtuoso, justo e inquieto por conocer el sentido de la vida humana, intentando comprender racionalmente a través de la ciencia y la filosofía lo que la razón jamás podrá demostrar, llegando con total e íntima seguridad a la verdad revelada a profetas, religiosos, filósofos, pensadores, campesinos iletrados y a todo el mundo de cualquier nivel cultural, de todas las religiones y todas las razas:

-No sé si esto es fe o no es fe. No sé lo que es. Pero sí sé que este sentimiento, de un modo imperceptible, ha penetrado en mi alma con el sufrimiento y ha arraigado en ella firmemente. 
-Me sentiré irritado como antes contra Iván, el cochero, seguiré discutiendo lo mismo, expresaré inadecuadamente mis pensamientos, continuará levantándose un muro entre el santuario de mi alma y los demás, incluso entre mi espíritu y el de mi mujer. Seguiré culpándola de mis sobresaltos para luego arrepentirme de ello; mi razón no comprenderá por qué rezo y sin embargo seguiré rezando... Todo como antes... 
 Pero a partir de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy dueño de infundir en ella.”

LEON TOLSTOI

He leído en algún sitio que el personaje de Levin es autobiográfico, que es el propio LeónTolstoi, enamorado de la vida en el campo en busca de la verdad.

Hay que leer Ana Karenina, conocer la obra de la misma manera que hay que conocer el mar y la montaña, porque es imprescindible saber del mundo y de sus gentes en la vida que vivimos.
León Tolstoi le dio forma literaria y espiritual a su tiempo.


NOTAS


FRASES GENIALES
–Nadie está contento con lo que tiene y, no obstante, todos están satisfechos de su inteligencia

-A la condesa Lidia Ivanovna la habían casado con un hombre rico, noble, más bueno que noble y más libertino que bueno.

-Si buscas la perfección nunca estarás contento.

-¿Qué culpa tiene ella? Ella quiere vivir. Dios nos ha impreso este deseo en el alma. Es muy posible que yo hubiese hecho lo mismo.

-Las mujeres con sombra terminan mal generalmente.

-Cuando se ama a una persona se la ama tal como es, aunque no sea como uno quisiera que fuese.

-Toda la diversidad, la hermosura, el encanto de la vida, se componen de luces y sombras.

-Antes de nuestra relación íbamos al encuentro el uno del otro, pero ahora avanzamos inevitablemente en direcciones opuestas.

-Si hay tantas opiniones como cabezas, debe haber también tantas clases de amor como corazones. 
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-La mujer, amigo mío, es un ser que por más que lo estudies te resulta siempre nuevo. 
–Entonces vale más no estudiarlo. 
–¡No! Un matemático ha dicho que el placer no está en descubrir la verdad, sino en el esfuerzo de buscarla.
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-No sólo existe el orgullo de la inteligencia, sino la estupidez de la inteligencia. 
Pero lo peor es la malicia... eso, la malicia del espíritu, la truhanería del espíritu.”

ORIGEN DE ANA KARENINA
Empezaré por el principio. Estás casada con un hombre veinte años mayor que tú. Te casaste sin amor, sin conocer el amor. Supongamos que ésa fue tu equivocación. 
–¡Y una terrible equivocación! ––dijo Ana. 
–Pero eso, repito, es un hecho consumado. Luego has tenido la desgracia de no querer a tu marido. Es una desgracia, pero un hecho consumado también. Tu marido, reconociéndolo, te ha perdonado...
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–Bromas aparte, creo que, para conocer bien el amor, hay que equivocarse primero y corregir después la equivocación
–¿Incluso después del matrimonio?
–Nunca es tarde para arrepentirse
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–Ana ha hecho lo que todas, excepto yo. Ahora, que otras lo hacen y lo ocultan; y ella no ha querido engañar a nadie, en lo que ha hecho muy bien. Y aún hizo mejor separándose de su marido, de ese estúpido Alexey Alejandrovich.
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Como sucede a menudo a las mujeres, aun a las completamente honradas y a las más virtuosas, cansadas de la vida normal, Dolly, no solamente perdonaba el amor culpable sino que hasta lo envidiaba.

CUESTIÓN ECONOMICO-SOCIAL
«Sí», pensaba, «debí decirle: Usted afirma que nuestras propiedades van mal porque el aldeano odia todos los perfeccionamientos, y en eso tiene razón. Pero el asunto va bien donde el aldeano obra según sus costumbres, como en la casa del viejo que vive a la mitad del camino. 
Nuestro descontento de las cosas demuestra que los culpables somos nosotros y no los trabajadores. Ya hace tiempo que obramos al modo europeo sin considerar las cualidades de la mano de obra. 
Probemos a reconocer la fuerza obrera no como una fuerza ideal de trabajadores, sino como un conjunto de aldeanos rusos, con sus instintos propios, y organicemos la explotación de nuestras propiedades con arreglo a ello. Imagine usted –debí decirle– que usted llevara su propiedad como el viejo del camino, y que hubiera sabido interesar en el éxito de la labor a los trabajadores y que hubiese aplicado el sistema de trabajo que ellos admiten. Entonces obtendría usted, sin agotar la tierra, dos o tres veces más que ahora. Divídalo en dos, dé la mitad a los obreros y usted recibirá más y la mano de obra también. Para ello hay que disminuir el nivel de ganancias a interesar a los obreros en el éxito. El cómo es cuestión de detalles, pero indudablemente esto es posible»
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Había decidido cambiar radicalmente el modo de dirigir su propiedad.
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Otra dificultad consistía en la invencible desconfianza de los aldeanos, que no podían creer que el propietario persiguiese otro objeto sino sacarles lo más posible. Estaban seguros de que su verdadero fin lo callaba y que sólo les decía lo que mejor convenía a sus planes.
Lo mismo vio en los libros socialistas: o eran hermosas e irrealizables fantasías, que ya le sedujeran de estudiante, o simples arreglos y reparaciones del estado de cosas que existía en Europa con el que la cuestión agraria rusa nada tenía de común.
–Ya sabes que el capital oprime al trabajador. Los obreros y campesinos llevan todo el peso del trabajo y no logran salir, por mucho que se esfuercen, de su situación de bestias de carga. Todas las ganancias, todo aquello con que pudieran mejorar su estado, descansar a instruirse, lo devoran los dividendos de los capitalistas. La sociedad está organizada de tal modo que, cuanto más trabaja el obrero, más ganan los comerciantes y los propietarios, y el proletario sigue siendo siempre una bestia de carga.

 Es preciso cambiar este orden de cosas –

... –Así vamos a formar una cooperativa de cerrajeros en la que la producción y las ganancias, y, sobre todo, las herramientas, que es lo esencial, sean comunes.

«¿No ha leído a Kauffman, Dubois y Michelet? Léalos; han resuelto ya la cuestión».

OBLONSKY.- Personaje típico de la administración rusa
–No, no me perdonará. ¡Y lo malo es que yo tengo la culpa de todo. La culpa es mía, y, sin embargo, no soy culpable.

Esteban Arkadievich era leal consigo mismo. No podía, pues, engañarse asegurándose que estaba arrepentido de lo que había hecho. De lo que se arrepentía era de no haber sabido ocultar mejor el caso a su esposa.

Era preciso, pues, buscar el olvido en el sueño de la vida.

Aunque no le interesaban el arte, la política ni la ciencia, Esteban Arkadievich profesaba firmemente las opiniones sustentadas por la mayoría y por su periódico. Sólo cambiaba de ideas cuando éstos variaban o, dicho con más exactitud, no las cambiaba nunca, sino que se modificaban por sí solas en él sin que ni él mismo se diese cuenta.

Como vivía en sociedad y se hallaba en esa edad en que ya se necesita tener opiniones, acogía las ajenas que le convenían. Si optó por el liberalismo y no por el conservadurismo, que también tenía muchos partidarios entre la gente, no fue por convicción íntima, sino porque el liberalismo cuadraba mejor con su género de vida.

Así, para obtener un buen puesto, Oblonsky no necesitó esforzarse mucho. Le bastó no contradecir, no envidiar, no disputar, no enojarse, todo lo cual le era fácil gracias a la bondad innata de su carácter.

En los tres años que llevaba ejerciendo su cargo en Moscú, Esteban Arkadievich había conseguido, no sólo atraerse el afecto, sino el respeto de compañeros, subordinados, jefes y de cuantos le trataban. Las principales cualidades que le hacían ser respetado en su oficina eran, ante todo, su indulgencia con los demás –basadas en el reconocimiento de sus propios defectos– y, después, su sincero liberalismo. No aquel liberalismo de que hablaban los periódicos, sino un liberalismo que llevaba en la sangre, y que le hacía tratar siempre del mismo modo a todos, sin distinción de posiciones y jerarquías, y finalmente –y era ésta la cualidad principal– la perfecta indiferencia que le inspiraba su cargo, lo que le permitía no entusiasmarse demasiado con él ni cometer errores.

POLITICA FEMINISTA y EDUCACIÓN DEL XIX
El Gobierno probablemente se guía por la opinión general, siendo indiferente a la eficacia de las medidas que adopta. Así, por ejemplo, la cuestión de la instrucción femenina suele ser considerada como perjudicial y, sin embargo, el Gobierno abre escuelas y universidades para la mujer.

Es un círculo vicioso. La mujer no tiene derechos por la insuficiencia de su instrucción, y su insuficiencia de instrucción procede de su falta de derechos. No olvidemos que la esclavitud de la mujer es algo tan arraigado y antiguo que a menudo no queremos comprender el abismo que nos separa de ellas.
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Nosotros somos así. Yo le menciono la economía política y usted dice que eso es peor. Le hablo de socialismo y me contesta que es peor. Le hablo de la educación y me dice que es peor.
–¿De qué pueden servir las escuelas?
–Las escuelas despertarán en el pueblo nuevas necesidades.

SENTIMIENTO DE AMOR
Toda la noche y aquella mañana las había pasado Levin en estado de inconsciencia, sintiéndose fuera de las condiciones de la existencia material. No comió en todo el día, llevaba dos noches sin dormir, había pasado varias horas medio desnudo al aire frío, y, sin embargo, no sólo se sentía fresco y fuerte, sino completamente desligado de su cuerpo. Se movía sin esfuerzo muscular y tenía la sensación de que lo podía todo. 
Estaba seguro de que, de necesitarlo, habría conseguido volar o mover los muros de una casa.

LA MUERTE
Cuantos le rodeaban lo sentían y, en su presencia, se constreñían inconscientemente en sus ademanes y conversaciones y en la expresión de sus deseos. La vida del enfermo les unía en un mismo sentimiento de que sufrían y en el deseo de librarse de aquel sufrimiento. 
En él se cumplía evidentemente esa transformación que lleva a mirar la muerte como la satisfacción de los deseos, como una felicidad

RELACIÓN DE PAREJA
Ana recordó las palabras que le habían proporcionado el triunfo sobre él («estoy al borde de una gran desgracia, y siento miedo de mí misma»), mas comprendió que este recurso era peligroso, quizá contraproducente, y desistió de emplearlo otra vez. 
Ana percibía claramente en ambos, a la par de su amor, otro sentimiento antagónico formado por recelos y dudas en ella y ansias de libertad y voluntad de dominio por parte de él; y desesperó de poder dominar en ella aquel sentimiento, y sabía que tampoco él lo podría dominar.
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No hay situación a la que el hombre no se acostumbre, especialmente si todos los que le rodean la soportan como él.

DOS PAREJAS (Ana y Vronsky  - Levin y Kitty)

Y Vronsky procuraba recordarla tal como era cuando la encontró por primera vez, también en la estación, misteriosa, espléndida, enamorada, buscando y procurando felicidad, no ferozmente vengativa como la recordaba en el último momento.
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(Kitty)  -Debe de haber ido a visitar las colmenas. Aunque me entristece que se vaya con tanta frecuencia, no me parece mal, puesto que le distrae. Está más animado y mejor que en primavera. ¡Se le veía tan concentrado en sí mismo, sufría tanto! Me daba miedo, temía por él... ¡Qué tonto es!» pensó riendo.
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(Levin) Tenía también que atender a las necesidades de su mujer y de su hijo y pasar algún rato con ellos, cosa que, por otra parte, no requería de él esfuerzo alguno, ya que cada día le costaba más pasar mucho tiempo alejado de aquellos seres queridos.

SENTIDO DE LA VIDA
-No puedo vivir sin saber lo que soy y por qué estoy aquí. Y puesto que no puedo saberlo, no puedo vivir, se decía.
- En el tiempo infinito, en la infinidad de la materia, en el infinito espacio, una burbuja se desprende de un organismo, dura algún tiempo y luego estalla. Y esa burbuja humana soy yo ..
Hay que vivir, no para nuestras propias necesidades, sino para Dios. Pero, ¿para qué Dios? ¿Es posible decir una cosa más privada de sentido común? Feódor ha dicho que hay que vivir, no sólo para nuestras propias necesidades, esto es, para lo que comprendemos, lo que nos atrae y deseamos, sino para algo incomprensible, para ese Dios al cual nadie puede comprender ni definir... ¿Qué es esto? ¿Acaso no habré comprendido las palabras sin sentido de Feódor? Y si no he comprendido lo que decía, ¿he dudado por ventura de que fuese justo? ¿Lo he encontrado necio, impreciso y vago? 
-No; lo he comprendido por completo, tal como él lo comprende. Lo he comprendido tan bien y tan claramente como lo que mejor pueda comprender en la vida, y jamás en mi existencia he dudado de ello ni puedo dudar. Y, no sólo yo, sino todos lo comprenden perfectamente; no dudan de ello y todos están de acuerdo en aceptarlo. 
-¡Y yo que buscaba, deplorando no ver un milagro! Un milagro material me habría convencido. 
¡Y, no obstante, el único milagro posible, el que existe siempre y nos rodea por todas partes, no lo observaba, no lo veía! 
-Feódor dice que el guarda Kirilov vive sólo para su vientre. Eso es claro y comprensible. Todos nosotros, como seres racionales, no podemos vivir de otro modo sino para el vientre. Y de pronto Feódor dice que no se debe vivir para el vientre y que se debe vivir para la verdad y para Dios, y yo, con una sola palabra, le comprendo. 
Y yo, y millones de seres que vivieron siglos antes y viven ahora, sabios, labriegos y pobres de espíritu –los sabios que han escrito sobre esto, lo dicen en forma incomprensible– coinciden en lo mismo: en cuál es el fin de la vida y qué es el bien. Sólo tengo, común con todos los hombres, un conocimiento firme y claro que no puede ser explicado por la razón, que está fuera de la razón y no tiene
Si el bien tiene una causa, ya no es bien y si tiene consecuencias (recompensa) tampoco lo es. De modo que el bien está fuera del encadenamiento de causas y efectos. »Y conozco el bien y lo conocemos todos. »¿Puede haber milagro mayor?
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Y ahora veía claramente que sólo podía vivir merced a las creencias en que fuera educado. 
¿Qué habría sido de mí y cómo habría vivido de no tener esas creencias si no supiese que hay que vivir para Dios y no sólo para mis necesidades? 
 Hubiese robado, matado, mentido. Nada de lo que constituyen las mayores alegrías de mi vida habría existido para mí.»
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 Buscaba contestación a mi pregunta. El pensamiento no podía contestarla, porque elpensamiento no puede medirse con la magnitud de la interrogación. La respuesta me la dio la misma vida con el conocimiento de lo que es el bien y lo que es el mal. 
Y ese saber no me ha sido proporcionado por nada; me ha sido dado a la vez que a los demás, puesto que no pude encontrarlo en ninguna parte. 
¿Dónde lo he recogido? ¿He llegado por el razonamiento a la conclusión de que hay que amar al prójimo y no causarle daño?
 Me lo dijeron en mi infancia y lo creí, feliz al confirmarme los demás lo que yo sentía en mi alma. ¿Y quién me lo descubrió? 
No lo descubrió la razón. La razón ha descubierto la lucha por la vida y la necesidad de aplastar a cuantos me estorban la satisfacción de mis necesidades. 
Tal es la deducción de la razón. La razón no ha descubierto que se amase al prójimo, porque eso no es razonable.
-No sé si esto es fe o no es fe. No sé lo que es. Pero sí sé que este sentimiento, de un modo imperceptible, ha penetrado en mi alma con el sufrimiento y ha arraigado en ella firmemente. 
-Me sentiré irritado como antes contra Iván, el cochero, seguiré discutiendo lo mismo, expresaré inadecuadamente mis pensamientos, continuará levantándose un muro entre el santuario de mi alma y los demás, incluso entre mi espíritu y el de mi mujer. Seguiré culpándola de mis sobresaltos para luego arrepentirme de ello; mi razón no comprenderá por qué rezo y sin embargo seguiré rezando... Todo como antes... 

 Pero a partir de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy dueño de infundir en ella.
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