He tardado mucho en
leer Ana Karenina y no porque el libro sea gordo o pesado sino porque descubrí
a Tolstoi muy tarde. A pesar de que me sonara como uno de los grandes de la
literatura universal, no tuve ocasión hasta ahora. Debería haberlo leído con
dieciséis años.
A la alegría de
descubrirlo se une el lamento por mi pobreza cultural. Pero como soy de
naturaleza optimista hago míos los refranes de que “nunca es tarde cuando la
dicha es buena” y “más vale tarde que nunca” y que “no hay mal que por bien no
venga”, que si entonces lo hubiera conocido, no tendría hoy la alegría de
descubrirlo. (Y excúseme vuesa mercé, mi señor don Quijote que tan poco
gusta de refranes.)
Y vamos a la materia.
Ana Karenina no es
solamente lo que aparenta, una novela realista de amor y celos. Es un estudio
genial del alma humana, una crítica mordaz de la alta sociedad rusa del XIX y
una exposición de los pensamientos políticos de la época
Ana, hermana de Stiva
y cuñada de Dolly viene a Moscú desde la capital San Petersburgo, para mediar
en la relación matrimonial que amenaza ruptura por la infidelidad de Stiva.
Consigue el acuerdo, sin embargo, interfiere inconscientemente en la posible
futura relación de Kitty, hermana pequeña de Dolly, enamorada del conde
Vronsky.
Este Vronsky se enamora
perdidamente de Ana que está casada con Alexey Alejandrovich Karenin, veinte
años mayor que ella. Vronsky la acosa y la enamora; tienen una hija. Ana
abandona al marido y al hijo que tiene con él y comienza nueva vida de familia
con Vronsky, pero es rechazada por la sociedad rusa por vivir en concubinato.
El amor de ambos es grande pero los celos y la inseguridad de Ana la llevan a
la locura y al suicidio.
En paralelo vivimos
la vida de Constantino Levin, amigo de la adolescencia de Stiva, enamorado de
la cuñada pequeña de éste Kitty, con la que se casa felizmente y tiene familia.
León Tolstoi es
generoso con los lectores, explica detalladamente cada uno de los estados de
ánimo de sus personajes, permitiendo que los comprendamos, los aceptemos y hasta
los amemos.
Nos sumerge en la
vida de los campesinos rusos del XIX, asistimos a las discusiones políticas del
momento, observamos cómo se va fraguando el movimiento comunista... Y somos
testigos de la moral social, hipócrita y falsa.
El contrapunto honesto,
honrado y auténtico es Constantino, Kostia Levin, hombre
íntegro y virtuoso, justo e inquieto por conocer el sentido de la vida humana,
intentando comprender racionalmente a través de la ciencia y la filosofía lo
que la razón jamás podrá demostrar, llegando con total e íntima seguridad a la
verdad revelada a profetas, religiosos, filósofos, pensadores, campesinos
iletrados y a todo el mundo de cualquier nivel cultural, de todas las religiones y todas las razas:
“-No sé si esto es
fe o no es fe. No sé lo que es. Pero sí sé que este sentimiento, de un modo
imperceptible, ha penetrado en mi alma con el sufrimiento y ha arraigado en
ella firmemente.
-Me sentiré irritado
como antes contra Iván, el cochero, seguiré discutiendo lo mismo, expresaré
inadecuadamente mis pensamientos, continuará levantándose un muro entre el
santuario de mi alma y los demás, incluso entre mi espíritu y el de mi mujer.
Seguiré culpándola de mis sobresaltos para luego arrepentirme de ello; mi razón
no comprenderá por qué rezo y sin embargo seguiré rezando... Todo como
antes...
Pero a partir
de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será
ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en
cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy
dueño de infundir en ella.”
LEON TOLSTOI |
He leído en algún
sitio que el personaje de Levin es autobiográfico, que es el propio LeónTolstoi, enamorado de la vida en el campo en busca de la verdad.
Hay que leer Ana Karenina, conocer la obra de la misma manera que hay que conocer el mar y la montaña, porque es imprescindible saber del mundo y de sus gentes en la vida que vivimos.
León Tolstoi le dio forma literaria y espiritual a su tiempo.
Hay que leer Ana Karenina, conocer la obra de la misma manera que hay que conocer el mar y la montaña, porque es imprescindible saber del mundo y de sus gentes en la vida que vivimos.
León Tolstoi le dio forma literaria y espiritual a su tiempo.
NOTAS
FRASES GENIALES
–Nadie está contento
con lo que tiene y, no obstante, todos están satisfechos de su inteligencia
-A la condesa Lidia
Ivanovna la habían casado con un hombre rico, noble, más bueno que noble y más
libertino que bueno.
-Si buscas la
perfección nunca estarás contento.
-¿Qué culpa tiene
ella? Ella quiere vivir. Dios nos ha impreso este deseo en el alma. Es muy
posible que yo hubiese hecho lo mismo.
-Las mujeres con
sombra terminan mal generalmente.
-Cuando se ama a una
persona se la ama tal como es, aunque no sea como uno quisiera que fuese.
-Toda la diversidad,
la hermosura, el encanto de la vida, se componen de luces y sombras.
-Antes de nuestra
relación íbamos al encuentro el uno del otro, pero ahora avanzamos inevitablemente
en direcciones opuestas.
-Si hay tantas
opiniones como cabezas, debe haber también tantas clases de amor como
corazones.
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-La mujer, amigo mío,
es un ser que por más que lo estudies te resulta siempre nuevo.
–Entonces vale más no
estudiarlo.
–¡No! Un matemático
ha dicho que el placer no está en descubrir la verdad, sino en el esfuerzo de
buscarla.
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-No sólo existe el
orgullo de la inteligencia, sino la estupidez de la inteligencia.
Pero lo peor es la
malicia... eso, la malicia del espíritu, la truhanería del espíritu.”
ORIGEN DE ANA
KARENINA
Empezaré por el
principio. Estás casada con un hombre veinte años mayor que tú. Te casaste sin
amor, sin conocer el amor. Supongamos que ésa fue tu equivocación.
–¡Y una terrible
equivocación! ––dijo Ana.
–Pero eso, repito, es
un hecho consumado. Luego has tenido la desgracia de no querer a tu marido. Es
una desgracia, pero un hecho consumado también. Tu marido, reconociéndolo, te
ha perdonado...
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–Bromas aparte, creo
que, para conocer bien el amor, hay que equivocarse primero y corregir después
la equivocación
–¿Incluso después del
matrimonio?
–Nunca es tarde para
arrepentirse
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–Ana ha hecho lo que
todas, excepto yo. Ahora, que otras lo hacen y lo ocultan; y ella no ha querido
engañar a nadie, en lo que ha hecho muy bien. Y aún hizo mejor separándose de
su marido, de ese estúpido Alexey Alejandrovich.
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Como sucede a menudo
a las mujeres, aun a las completamente honradas y a las más virtuosas, cansadas
de la vida normal, Dolly, no solamente perdonaba el amor culpable sino que
hasta lo envidiaba.
CUESTIÓN
ECONOMICO-SOCIAL
«Sí», pensaba, «debí
decirle: Usted afirma que nuestras propiedades van mal porque el aldeano odia
todos los perfeccionamientos, y en eso tiene razón. Pero el asunto va bien
donde el aldeano obra según sus costumbres, como en la casa del viejo que vive
a la mitad del camino.
Nuestro descontento
de las cosas demuestra que los culpables somos nosotros y no los trabajadores.
Ya hace tiempo que obramos al modo europeo sin considerar las cualidades de la
mano de obra.
Probemos a reconocer
la fuerza obrera no como una fuerza ideal de trabajadores, sino como un
conjunto de aldeanos rusos, con sus instintos propios, y organicemos la
explotación de nuestras propiedades con arreglo a ello. Imagine usted –debí
decirle– que usted llevara su propiedad como el viejo del camino, y que hubiera
sabido interesar en el éxito de la labor a los trabajadores y que hubiese
aplicado el sistema de trabajo que ellos admiten. Entonces obtendría usted, sin
agotar la tierra, dos o tres veces más que ahora. Divídalo en dos, dé la mitad
a los obreros y usted recibirá más y la mano de obra también. Para ello hay que
disminuir el nivel de ganancias a interesar a los obreros en el éxito. El cómo
es cuestión de detalles, pero indudablemente esto es posible»
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Había decidido
cambiar radicalmente el modo de dirigir su propiedad.
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Otra dificultad
consistía en la invencible desconfianza de los aldeanos, que no podían creer
que el propietario persiguiese otro objeto sino sacarles lo más posible.
Estaban seguros de que su verdadero fin lo callaba y que sólo les decía lo que
mejor convenía a sus planes.
Lo mismo vio en los
libros socialistas: o eran hermosas e irrealizables fantasías, que ya le
sedujeran de estudiante, o simples arreglos y reparaciones del estado de cosas
que existía en Europa con el que la cuestión agraria rusa nada tenía de común.
–Ya sabes que el
capital oprime al trabajador. Los obreros y campesinos llevan todo el peso del
trabajo y no logran salir, por mucho que se esfuercen, de su situación de
bestias de carga. Todas las ganancias, todo aquello con que pudieran mejorar su
estado, descansar a instruirse, lo devoran los dividendos de los capitalistas.
La sociedad está organizada de tal modo que, cuanto más trabaja el obrero, más
ganan los comerciantes y los propietarios, y el proletario sigue siendo siempre
una bestia de carga.
Es preciso
cambiar este orden de cosas –
... –Así vamos a
formar una cooperativa de cerrajeros en la que la producción y las ganancias,
y, sobre todo, las herramientas, que es lo esencial, sean comunes.
«¿No ha leído a
Kauffman, Dubois y Michelet? Léalos; han resuelto ya la cuestión».
OBLONSKY.- Personaje
típico de la administración rusa
–No, no me perdonará.
¡Y lo malo es que yo tengo la culpa de todo. La culpa es mía, y, sin embargo,
no soy culpable.
Esteban Arkadievich
era leal consigo mismo. No podía, pues, engañarse asegurándose que estaba
arrepentido de lo que había hecho. De lo que se arrepentía era de no haber
sabido ocultar mejor el caso a su esposa.
Era preciso, pues,
buscar el olvido en el sueño de la vida.
Aunque no le
interesaban el arte, la política ni la ciencia, Esteban Arkadievich profesaba
firmemente las opiniones sustentadas por la mayoría y por su periódico. Sólo
cambiaba de ideas cuando éstos variaban o, dicho con más exactitud, no las
cambiaba nunca, sino que se modificaban por sí solas en él sin que ni él mismo
se diese cuenta.
Como vivía en
sociedad y se hallaba en esa edad en que ya se necesita tener opiniones, acogía
las ajenas que le convenían. Si optó por el liberalismo y no por el
conservadurismo, que también tenía muchos partidarios entre la gente, no fue
por convicción íntima, sino porque el liberalismo cuadraba mejor con su género
de vida.
Así, para obtener un
buen puesto, Oblonsky no necesitó esforzarse mucho. Le bastó no contradecir, no
envidiar, no disputar, no enojarse, todo lo cual le era fácil gracias a la
bondad innata de su carácter.
En los tres años que
llevaba ejerciendo su cargo en Moscú, Esteban Arkadievich había conseguido, no
sólo atraerse el afecto, sino el respeto de compañeros, subordinados, jefes y
de cuantos le trataban. Las principales cualidades que le hacían ser respetado
en su oficina eran, ante todo, su indulgencia con los demás –basadas en el
reconocimiento de sus propios defectos– y, después, su sincero liberalismo. No
aquel liberalismo de que hablaban los periódicos, sino un liberalismo que
llevaba en la sangre, y que le hacía tratar siempre del mismo modo a todos, sin
distinción de posiciones y jerarquías, y finalmente –y era ésta la cualidad
principal– la perfecta indiferencia que le inspiraba su cargo, lo que le
permitía no entusiasmarse demasiado con él ni cometer errores.
POLITICA FEMINISTA y
EDUCACIÓN DEL XIX
El Gobierno
probablemente se guía por la opinión general, siendo indiferente a la eficacia
de las medidas que adopta. Así, por ejemplo, la cuestión de la instrucción
femenina suele ser considerada como perjudicial y, sin embargo, el Gobierno
abre escuelas y universidades para la mujer.
Es un círculo
vicioso. La mujer no tiene derechos por la insuficiencia de su instrucción, y
su insuficiencia de instrucción procede de su falta de derechos. No olvidemos
que la esclavitud de la mujer es algo tan arraigado y antiguo que a menudo no
queremos comprender el abismo que nos separa de ellas.
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Nosotros somos así.
Yo le menciono la economía política y usted dice que eso es peor. Le hablo de
socialismo y me contesta que es peor. Le hablo de la educación y me dice que es
peor.
–¿De qué pueden servir
las escuelas?
–Las escuelas
despertarán en el pueblo nuevas necesidades.
SENTIMIENTO DE AMOR
Toda la noche y
aquella mañana las había pasado Levin en estado de inconsciencia, sintiéndose
fuera de las condiciones de la existencia material. No comió en todo el día,
llevaba dos noches sin dormir, había pasado varias horas medio desnudo al aire
frío, y, sin embargo, no sólo se sentía fresco y fuerte, sino completamente
desligado de su cuerpo. Se movía sin esfuerzo muscular y tenía la sensación de
que lo podía todo.
Estaba seguro de que,
de necesitarlo, habría conseguido volar o mover los muros de una casa.
LA MUERTE
Cuantos le rodeaban
lo sentían y, en su presencia, se constreñían inconscientemente en sus ademanes
y conversaciones y en la expresión de sus deseos. La vida del enfermo les unía
en un mismo sentimiento de que sufrían y en el deseo de librarse de aquel
sufrimiento.
En él se cumplía
evidentemente esa transformación que lleva a mirar la muerte como la
satisfacción de los deseos, como una felicidad
RELACIÓN DE PAREJA
Ana recordó las
palabras que le habían proporcionado el triunfo sobre él («estoy al borde de
una gran desgracia, y siento miedo de mí misma»), mas comprendió que este
recurso era peligroso, quizá contraproducente, y desistió de emplearlo otra
vez.
Ana percibía
claramente en ambos, a la par de su amor, otro sentimiento antagónico formado
por recelos y dudas en ella y ansias de libertad y voluntad de dominio por
parte de él; y desesperó de poder dominar en ella aquel sentimiento, y sabía
que tampoco él lo podría dominar.
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No hay situación a la
que el hombre no se acostumbre, especialmente si todos los que le rodean la
soportan como él.
DOS PAREJAS (Ana y
Vronsky - Levin y Kitty)
Y Vronsky procuraba
recordarla tal como era cuando la encontró por primera vez, también en la
estación, misteriosa, espléndida, enamorada, buscando y procurando felicidad,
no ferozmente vengativa como la recordaba en el último momento.
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(Kitty) -Debe
de haber ido a visitar las colmenas. Aunque me entristece que se vaya con tanta
frecuencia, no me parece mal, puesto que le distrae. Está más animado y mejor
que en primavera. ¡Se le veía tan concentrado en sí mismo, sufría tanto! Me
daba miedo, temía por él... ¡Qué tonto es!» pensó riendo.
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(Levin) Tenía también que
atender a las necesidades de su mujer y de su hijo y pasar algún rato con
ellos, cosa que, por otra parte, no requería de él esfuerzo alguno, ya que cada
día le costaba más pasar mucho tiempo alejado de aquellos seres queridos.
SENTIDO DE LA VIDA
-No puedo vivir sin
saber lo que soy y por qué estoy aquí. Y puesto que no puedo saberlo, no puedo
vivir, se decía.
- En el tiempo
infinito, en la infinidad de la materia, en el infinito espacio, una burbuja se
desprende de un organismo, dura algún tiempo y luego estalla. Y esa burbuja
humana soy yo ..
Hay que vivir, no
para nuestras propias necesidades, sino para Dios. Pero, ¿para qué Dios? ¿Es
posible decir una cosa más privada de sentido común? Feódor ha dicho que hay
que vivir, no sólo para nuestras propias necesidades, esto es, para lo que
comprendemos, lo que nos atrae y deseamos, sino para algo incomprensible, para
ese Dios al cual nadie puede comprender ni definir... ¿Qué es esto? ¿Acaso no
habré comprendido las palabras sin sentido de Feódor? Y si no he comprendido lo
que decía, ¿he dudado por ventura de que fuese justo? ¿Lo he encontrado necio,
impreciso y vago?
-No; lo he
comprendido por completo, tal como él lo comprende. Lo he comprendido tan bien
y tan claramente como lo que mejor pueda comprender en la vida, y jamás en mi
existencia he dudado de ello ni puedo dudar. Y, no sólo yo, sino todos lo
comprenden perfectamente; no dudan de ello y todos están de acuerdo en
aceptarlo.
-¡Y yo que buscaba,
deplorando no ver un milagro! Un milagro material me habría convencido.
¡Y, no obstante, el
único milagro posible, el que existe siempre y nos rodea por todas partes, no
lo observaba, no lo veía!
-Feódor dice que el
guarda Kirilov vive sólo para su vientre. Eso es claro y comprensible. Todos
nosotros, como seres racionales, no podemos vivir de otro modo sino para el
vientre. Y de pronto Feódor dice que no se debe vivir para el vientre y que se
debe vivir para la verdad y para Dios, y yo, con una sola palabra, le
comprendo.
Y yo, y millones de
seres que vivieron siglos antes y viven ahora, sabios, labriegos y pobres de
espíritu –los sabios que han escrito sobre esto, lo dicen en forma
incomprensible– coinciden en lo mismo: en cuál es el fin de la vida y qué es el
bien. Sólo tengo, común con todos los hombres, un conocimiento firme y claro
que no puede ser explicado por la razón, que está fuera de la razón y no tiene
Si el bien tiene una
causa, ya no es bien y si tiene consecuencias (recompensa) tampoco lo es. De
modo que el bien está fuera del encadenamiento de causas y efectos. »Y conozco
el bien y lo conocemos todos. »¿Puede haber milagro mayor?
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Y ahora veía
claramente que sólo podía vivir merced a las creencias en que fuera
educado.
¿Qué habría sido de
mí y cómo habría vivido de no tener esas creencias si no supiese que hay que
vivir para Dios y no sólo para mis necesidades?
Hubiese robado,
matado, mentido. Nada de lo que constituyen las mayores alegrías de mi vida
habría existido para mí.»
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Buscaba
contestación a mi pregunta. El pensamiento no podía contestarla, porque
elpensamiento no puede medirse con la magnitud de la interrogación. La
respuesta me la dio la misma vida con el conocimiento de lo que es el bien y lo
que es el mal.
Y ese saber no me ha
sido proporcionado por nada; me ha sido dado a la vez que a los demás, puesto
que no pude encontrarlo en ninguna parte.
¿Dónde lo he
recogido? ¿He llegado por el razonamiento a la conclusión de que hay que amar
al prójimo y no causarle daño?
Me lo dijeron
en mi infancia y lo creí, feliz al confirmarme los demás lo que yo sentía en mi
alma. ¿Y quién me lo descubrió?
No lo descubrió la
razón. La razón ha descubierto la lucha por la vida y la necesidad de aplastar
a cuantos me estorban la satisfacción de mis necesidades.
Tal es la deducción
de la razón. La razón no ha descubierto que se amase al prójimo, porque eso no
es razonable.
-No sé si esto es fe o no es fe. No sé lo que es. Pero sí sé que este sentimiento, de un modo imperceptible, ha penetrado en mi alma con el sufrimiento y ha arraigado en ella firmemente.
-Me sentiré irritado como antes contra Iván, el cochero, seguiré discutiendo lo mismo, expresaré inadecuadamente mis pensamientos, continuará levantándose un muro entre el santuario de mi alma y los demás, incluso entre mi espíritu y el de mi mujer. Seguiré culpándola de mis sobresaltos para luego arrepentirme de ello; mi razón no comprenderá por qué rezo y sin embargo seguiré rezando... Todo como antes...
Pero a partir de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy dueño de infundir en ella.
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