CRIMEN Y CASTIGO
Unas
cuantas horas de lectura placentera.
He recorrido calles, edificios, puentes,
jardines de San Petersburgo del siglo XIX, he conocido personajes de la época, que
también pueden ser de hoy; personas buenas
y entregadas al prójimo, gente amigable y simpática, individuos corroídos por
el vicio, madres y hermanas que dan la vida por los suyos, algún iluminado,
algún trepador, almas generosas y almas pobres y mezquinas.
En fin,
leer a Dostoyevsky es vivir la historia que él te cuenta.
El núcleo de “Crimen y Castigo” es el estudio del alma humana, enfocando principalmente al individuo que cree que la verdad absoluta le pertenece y ve a los demás como seres inferiores; causa enormes e irreparables sufrimientos, crea en la gente odios y rencores seculares. Son ellos quienes deciden quién debe vivir o morir; si en la persecución de sus fines muere alguien que no estaba previsto, tampoco sienten remordimiento,porque... son “daños colaterales”: Lisbeth, ¡pobre Lisbeth, tan buena, tan humana, tan humilde, tan sensible!, estaba en el lugar equivocado.
Crimen y Castigo está escrita en el año 1866, cuarenta y ocho años antes de la primera guerra mundial, cincuenta y un años antes de la revolución rusa y setenta y tres antes de la segunda guerra mundial… Si todo el mundo hubiera leído a Dostoyevsky, los iluminados de turno, esos “hombres extraordinarios llamados a dirigir la humanidad” ¿hubieran tenido suficiente apoyo para llevar a la tumba a tantos millones de seres humanos?
El núcleo de “Crimen y Castigo” es el estudio del alma humana, enfocando principalmente al individuo que cree que la verdad absoluta le pertenece y ve a los demás como seres inferiores; causa enormes e irreparables sufrimientos, crea en la gente odios y rencores seculares. Son ellos quienes deciden quién debe vivir o morir; si en la persecución de sus fines muere alguien que no estaba previsto, tampoco sienten remordimiento,porque... son “daños colaterales”: Lisbeth, ¡pobre Lisbeth, tan buena, tan humana, tan humilde, tan sensible!, estaba en el lugar equivocado.
Crimen y Castigo está escrita en el año 1866, cuarenta y ocho años antes de la primera guerra mundial, cincuenta y un años antes de la revolución rusa y setenta y tres antes de la segunda guerra mundial… Si todo el mundo hubiera leído a Dostoyevsky, los iluminados de turno, esos “hombres extraordinarios llamados a dirigir la humanidad” ¿hubieran tenido suficiente apoyo para llevar a la tumba a tantos millones de seres humanos?
A
Casandra la escucharon, no la creyeron y Troya fue derrotada, a Dostoyevsky no le escucharon, y seguimos sin escucharle.
CRIMEN Y CASTIGO. PDF
NOTAS
JUSTIFICACIÓN DEL CRIMEN
...En
el artículo que comentamos se divide a los hombres en dos clases: seres
ordinarios y seres extraordinarios.
Los
ordinarios han de vivir en la obediencia y no tienen derecho a faltar a
las leyes, por el simple
hecho de ser ordinarios. En cambio, los individuos extraordinarios
están autorizados a cometer toda clase de crímenes y a violar todas las leyes,
sin más razón que la de ser extraordinarios.
....Lo
que yo insinué fue tan sólo que el hombre extraordinario tiene el
derecho..., no el derecho legal, naturalmente, sino el derecho
moral..., de permitir a su conciencia franquear ciertos obstáculos en el
caso de que así lo exija la realización de sus ideas, tal vez beneficiosas para
toda la humanidad...
…ese
derecho moral a derramar sangre que tú concedes con plena conciencia y excusas
con tanto fanatismo... Me parece que ésta es la idea principal de tu artículo la
autorización moral a matar..., la cual, por cierto, me parece mucho más
terrible que la autorización oficial y legal.
-------------------
([1]Raskalnikof) -¿Mi crimen? ¿Qué crimen?
-exclamó el joven en un repentino acceso de furor-. ¿El de haber matado a un
gusano venenoso, a una vieja usurera que hacía daño a todo el mundo, a un
vampiro que chupaba la sangre a los necesitados? Un crimen así basta para
borrar cuarenta pecados. No creo haber cometido ningún crimen y no trato de
expiarlo. ¿Por qué me han de gritar por todas partes: « ¡Has cometido un
crimen!»? Ahora que me he decidido a afrontar este vano deshonor me doy cuenta
de lo absurdo de mi proceder. Sólo por cobardía y por debilidad voy a dar este
paso...,(entregarse a la justicia) o tal vez por el interés de que me
habló Porfirio[2].
-Sangre...,
sangre... -exclamó el joven con creciente vehemencia-. Todo el mundo la ha
derramado. La sangre ha corrido siempre en oleadas sobre la tierra. Los
hombres que la vierten como el agua obtienen un puesto en el Capitolio y el
título de bienhechores de la humanidad. Analiza un poco las cosas antes de
juzgarlas. Yo deseaba el bien de la humanidad, y centenares de miles de buenas
acciones habrían compensado ampliamente esta única necedad, mejor dicho, esta
torpeza, pues la idea no era tan necia como ahora parece. Cuando
fracasan, incluso los mejores proyectos parecen estúpidos. Yo pretendía
solamente obtener la independencia, asegurar mis primeros pasos en la vida.
Después lo habría reparado todo con buenas acciones de gran alcance. Pero
fracasé desde el primer momento, y por eso me consideran un miserable. Si
hubiese triunfado, me habrían tejido coronas; en cambio, ahora creen que sólo
sirvo para que me echen a los perros.
-Pero
¿qué dices, Rodia?
-Me
someto a la ética, pero no comprendo en modo alguno por qué es más glorioso
bombardear una ciudad sitiada que asesinar a alguien a hachazos. El respeto
a la ética es el primer signo de impotencia. Jamás he estado tan convencido de
ello como ahora. No puedo comprender, y cada vez lo comprendo menos, cuál es mi
crimen.
EL VIRUS DEL DICTADOR O LA VISIÓN
DE RASKOLNIKOK
Al
recobrar la salud (Raskolnikof) se acordó de las visiones que había
tenido durante el delirio de la fiebre.
Creyó
ver el mundo entero asolado por una epidemia espantosa y sin precedentes, que
se había declarado en el fondo de Asia y se había abatido sobre Europa. Todos
habían de perecer, excepto algunos elegidos. Triquinas microscópicas
de una especie desconocida se introducían en el organismo humano.
Pero
estos corpúsculos eran espíritus dotados de inteligencia y de voluntad. Las
personas afectadas perdían la razón al punto. Sin embargo -cosa extraña-, jamás
los hombres se habían creído tan inteligentes, tan seguros de estar en posesión
de la verdad; nunca habían demostrado tal confianza en la infalibilidad de sus
juicios, de sus teorías científicas, de sus principios morales. Aldeas,
ciudades, naciones enteras se contaminaban y perdían el juicio. De todos se
apoderaba una mortal desazón y todos se sentían incapaces de comprenderse unos
a otros. Cada uno creía ser el único poseedor de la verdad y
miraban con piadoso desdén a sus semejantes. Todos, al contemplar a sus
semejantes, se golpeaban el pecho, se retorcían las manos, lloraban... No se
ponían de acuerdo sobre las sanciones que había que imponer, sobre el bien y el
mal, sobre a quién había que condenar y a quién absolver. Se reunían y formaban
enormes ejércitos para lanzarse unos contra otros, pero, apenas llegaban al
campo de batalla, las tropas se dividían, se rompían las formaciones y los
hombres se estrangulaban y devoraban unos a otros.
En las
ciudades, las trompetas resonaban durante todo el día. Todos los hombres eran
llamados a las armas, pero ¿por quién y para qué? Nadie podía decirlo y el
pánico se extendía por todas partes. Se abandonaban los oficios más sencillos,
pues cada trabajador proponía sus ideas, sus reformas, y no era posible
entenderse. Nadie trabajaba la tierra. Aquí y allá, los hombres
formaban grupos y se comprometían a no disolverse, pero poco después olvidaban
su compromiso y empezaban a acusarse entre sí, a contender, a matarse.
Los
incendios y el hambre se extendían por toda la tierra. Los hombres y las cosas
desaparecían. La epidemia seguía extendiéndose, devastando. En todo el mundo
sólo tenían que salvarse algunos elegidos, unos cuantos hombres puros,
destinados a formar una nueva raza humana, a renovar y purificar la vida
humana. Pero nadie había visto a estos hombres, nadie había oído sus palabras,
ni siquiera el sonido de su voz…
(Sin embargo...)
(Sin embargo...)
[1] Joven
estudiante asesino
[2] Juez
instructor
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias,tu comentario será publicado en breve