miércoles, 20 de septiembre de 2017

METAMORFOSIS. Franz Kafka. 1915



Es kafkiano.  Palabra que se utiliza para describir lo absurdo, lo irreal e irrazonable, lo que está fuera de lógica. Solo los muy grandes dejan su sello en el lenguaje para la eternidad: quijotesco, platónico, kafkiano...
Franz Kafka autor de La Metamorfosis
 Es la segunda vez que leo Metamorfosis, en esta ocasión  me ha parecido más sencilla que la primera. Debe ser cuestión de edad, la primera vez que la leí era muy joven y hoy, ya viejo, creo que la he disfrutado  más, quizás porque ahora la contemplo dentro de la natural condición humana y la veo más comprensible.

Cuando de joven leí esta obra de Kafka recuerdo que me quedé con la imagen exterior, rara y repugnante en que el agente de comercio Gregorio Samsa tiene una mañana al despertarse, una imagen de insecto baboso, sucio y asqueroso. Ahora veo algo más en el tema.

El protagonista no  da importancia a su transformación, como si observara sus  primeras arrugas o sus primeras canas, solo piensa en su obligaciones laborales y en el cariño que tiene a su familia. Sin  embargo su cuerpo se ha convertido en un insecto inmundo; así lo ve  su familia, su padre, su madre y su hermana son los que ven y sufren su mutación física.

Kafka hace un relato que capta el interés del lector hasta la última palabra en su libro abstracto y permite u obliga al observador que piense y descubra el significado de su obra. Supongo que cada lector tendrá su opinión sobre lo que Kafka quiso expresar y posiblemente ninguno coincidamos con el autor; y aquí está, a mi parecer, una de las grandezas de Kafka.

Y yo, como soy quien escribe estas cuartillas, quiero exponer mi razonamiento. Qué es lo que yo entiendo que Kafka expone en Metamorfosis.
Pienso que el autor hace una exposición de la incomprensión y la mediocridad  del ser humano,  muestra la superficialidad de los sentimientos familiares y el egoísmo comodón de estar instalados en la costumbre y la poca aceptación a los cambios en la conducta de la gente que nos rodea, cuando afecta a nuestros hábitos y modos de vida.
Partiendo de que, para tener fama de buena persona, debemos actuar como los demás esperan que actuemos, si alguna vez se nos ocurre quedarnos un día en la cama, trepar por las paredes, o tirar por la calle del medio haciendo uso de la libertad personal y actuar contra corriente de forma desacostumbrada, es posible que nos convirtamos, a ojos ajenos, en un bicho raro, que suframos  una metamorfosis, un cambio; ya no somos quienes los demás creían que éramos y con toda seguridad que seremos apartados y posiblemente despreciados, condenados a la soledad, a la tristeza y a la muerte.
 Platón  describe algo parecido en el mito de la caverna. En la oscuridad de aquella sociedad nadie debe ser diferente y no se admite más verdad que la verdad tradicional, la que da a la comunidad tranquilidad y estabilidad.
Kafka lo dibuja magistralmente en la Metamorfosis que sufre Gregorio.  ¿Gregorio, actuando de forma desacostumbrada, o la gente de su entorno que cambia actitudes y sentimientos hacia Gregorio? Posiblemente sea una mutación conjunta, una metamorfosis de todos los personajes.
Gregorio Samsa, joven representante de comercio a sueldo y comisión, es el sostén de su familia desde que su padre arruinado, dejó de trabajar  y adquirió deudas con el jefe de Gregorio, que éste debe pagar trabajando para él durante años, mientras mantiene a su familia con esfuerzo, pero con alegría.

Mientras tanto, su padre, algo mayor, pero no demasiado, lee el periódico y dormita, su madre  dirige la casa y su hermana estudia y practica violín.
Una mañana, Gregorio se queda en la cama,  pierde el tren de las seis y también el de las ocho, no acude a su trabajo, (su cuerpo se ha transformado en insecto), es expulsado de la empresa por el apoderado en persona y todo en su vida se altera.
 
Con el tiempo los miembros de su familia irán  aprendiendo a valerse por sí mismos y ya Gregorio no solo no será necesario, ni en su economía ni en sus vidas, sino que es una carga, un fastidio, un estorbo.
El padre comienza a trabajar de conserje, la madre cose y la hermana será dependienta en una tienda. 
El cambio de actitud que en algunos es inmediato y radical, en otros va evolucionando hacia el mismo fin: el abandono, el aislamiento y por fin la muerte de Gregorio.
Gregorio, el pobre bicho, queda encerrado y casi abandonado en las cuatro paredes de su habitación.

El ser humano no quiere, no soporta los problemas ajenos, aún de los más cercanos, cuando estos problemas se alargan en el tiempo. Algunos, los buenos,  como la hermana, se mantienen al lado del desgraciado por algún tiempo más o menos largo y al final se cansan y desean la liberación, otros, los débiles, como el padre, se abandonan a su instinto de comodidad al primer momento. Y unos y otros se apoyan entre sí para justificar su propia debilidad y cobardía.
Gregorio muere de abandono e inanición.  Ese mismo día la familia, padre, madre y hermana se toman un día de descanso y se van a al campo, a respirar aire puro, a descansar.

Una nueva vida empieza. Más cómoda. Sin problemas... 
...hasta que alguien, nuevamente, decida trepar por las paredes como un insecto baboso.
                                                                              José  F. Álvarez


NOTAS
Esto de levantarse pronto –pensó– hace a uno desvariar. El hombre tiene que dormir.

 “El viajar es cansado; pero yo no sabría vivir sin viajar”

Estaba decidido a acercarse hasta la hermana, tirarle de la falda y darle así a entender que ella podía entrar con su violín en su habitación porque nadie podía recompensar su música como él quería hacerlo. No quería dejarla salir nunca de su habitación, al menos mientras él viviese.

...no olvidaba recordar de vez en cuando que reflexionar serena, muy serenamente, es mejor que tomar decisiones desesperadas.

 a pesar de su triste y repulsivo aspecto, era un miembro de la familia al que no se podía tratar como a un enemigo.
                                                                                            IR AL ÍNDICE

sábado, 16 de septiembre de 2017

NIEBLA Miguel de Unamuno (1864 -1936)



NIEBLA
“¡Ay, Orfeo, Orfeo,... ¿Qué es el mundo real sino el sueño que soñamos todos, el sueño común?" 

Me acerco al teclado con  veneración casi religiosa, pensando en Niebla, con la duda de ser yo también tan solo un pensamiento nebuloso del escritor o quizás el instrumento que utiliza la nivola (¿de niebla y novela?) para que yo hable  humildemente de ella, en la bruma de mi existencia o de mi inexistencia.

Mezcla, don Miguel, realidad e invención en la niebla continua de su nivola porque “la realidad de la ficción es la ficción de la realidad”. Obvio.

Augusto Pérez, personaje literario inventado por Unamuno, que vive desahogadamente de sus rentas, lleva su vida como cualquier mortal de carne y hueso. Descubre unos hermosos ojos de mujer y se enamora; se le revela el Amor en la mujer y se enamora de todas las mujeres, pasando, según su amigo Víctor, de lo abstracto a lo concreto y de lo concreto a lo genérico.
Su amor por la dueña de aquellos ojos, Eugenia Domingo del Arco, es totalmente espiritual y generoso; la felicidad de su amada es su propia felicidad y poco importa que tenga un novio holgazán y vividor y que ella se aproveche de la ingenuidad del pobre Augusto enamorado.
En paralelo, conoce  el atractivo de la voluptuosidad en Rosario, una moza descarada que acabará entendiéndose con el novio de Eugenia, burlándose los tres del inocente Augusto Pérez.

Largas e interesantes son las conversaciones metafísicas que Augusto tiene con Víctor y los monólogos que desarrolla con su perro Orfeo.

Sufriendo el desamor y el escarnio, y antes de suicidarse, decide consultarlo con don Miguel de Unamuno, autor de la narración, a quien conocía lejanamente por haber leído algún ensayo del mismo, y éste, le descubre que no puede morir, porque nunca vivió mas que en los sueños y en el pensamiento del autor y que morirá cuando el autor lo decida, por lo tanto no tiene permitido el suicidio, sin embargo morirá, porque así lo decide su creador, o sea el propio Unamuno.
Augusto, el personaje de ficción le hace ver  al autor, a la persona real, que sus realidades son iguales, si Augusto no existe, tampoco existe Unamuno , que también él es un sueño, el sueño de Dios, él y nosotros sus lectores, y como tal sueño, no existimos. Unamuno debe reconocer que la propia discusión que tiene con su personaje es la prueba irrefutable de la existencia real del mismo personaje.

En la niebla del conocimiento, desde Descartes, hay razones profundas para creer   en la propia  existencia, por lógica deducción: “Como, luego existo” porque si no existo, ¿cómo es que como? Ah no, que era: “pienso, luego existo” el adagio de Descartes, aunque ambas se complementan ya todos comemos pero no todos pensamos en nuestro pasar por la vida.


Pero resulta que tampoco hay verdades profundas, sino vacío, vacío profundo;  cuanto más profunda sea la verdad, al igual que un pozo, más vacío hay..

Cuando un hombre dormido sueña, para esa persona, qué es lo más real, ¿su sueño o él mismo? ¿Y si sueña que es él mismo que está soñando lo que sueña?

Nada queda claro, todo es duda nebulosa. Todo es niebla oscura.

“¡Ay, Orfeo, Orfeo,... ¿Qué es el mundo real sino el sueño que soñamos todos, el sueño común?”

Probablemente ésta sea la realidad.
¡O quizás,  no!
                                    
José F. Álvarez






 
NIEBLA EN AUDIOLIBRO                        




NOTAS

TRES MUNDOS UNA SOLA EXISTENCIA

Y bajo esos dos mundos (el literario y el material), sosteniéndolos, está otro mundo, un mundo sustancial y eterno, en que me sueño a mí mismo y a los que han sido –– muchos lo son todavía–– carne de mi espíritu y espíritu de mi carne, mundo de la conciencia sin espacio ni tiempo en la que vive, como ola en la mar, la conciencia de mi cuerpo
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El sueño de uno solo es la ilusión, la apariencia; el sueño de dos es ya la verdad, la realidad. ¿Qué es el mundo real sino el sueño que soñamos todos, el sueño común?»
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––Y pensar es dudar y nada más que dudar. Se cree, se sabe, se imagina sin dudar; ni la fe, ni el conocimiento, ni la imaginación suponen duda y hasta la duda las destruye, pero no se piensa sin dudar. Y es la duda lo que de la fe y del conocimiento, que son algo estático, quieto, muerto, hace pensamiento, que es dinámico, inquieto, vivo.
––¿Y la imaginación?
––Sí, ahí cabe alguna duda. Suelo dudar lo que les he de hacer decir o hacer a los personajes de mi nivola, y aun después de que les he hecho decir o hacer algo dudo de si estuvo bien y si es lo que en verdad les corresponde. Pero... ¡paso por todo! Sí, sí, cabe duda en el imaginar, que es un pensar...
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––Mire usted bien, don Miguel... no sea que esté usted equivocado y que ocurra precisamente todo lo contrario de lo que usted se cree y me dice
. ––Y ¿qué es lo contrario? ––le pregunté alarmado de verle recobrar vida propia.
––No sea, mi querido don Miguel ––añadió––, que sea usted y no yo el ente de ficción, el que no existe en realidad, ni vivo, ni muerto... No sea que usted no pase de ser un pretexto para que mi historia llegue al mundo...
––¡Eso más faltaba! ––exclamé algo molesto.
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––En efecto; un novelista, un dramaturgo, no pueden hacer en absoluto lo que se les antoje de un personaje que creen; un ente de ficción novelesca no puede hacer, en buena ley de arte, lo que ningún lector esperaría que hiciese...
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––¿Conque no, eh? ––me dijo––, ¿conque no? No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme: ¿conque no lo quiere?, ¿conque he de morir ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don Miguel, ¡también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de que salió...! ¡Dios dejará de soñarle! ¡Se morirá usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos, todos sin quedar uno! ¡Entes de ficción como yo; lo mismo que yo! Se morirán todos, todos, todos. Os lo digo yo, Augusto Pérez, ente ficticio como vosotros, nivolesco lo mismo que vosotros. Porque usted, mi creador, mi don Miguel, no es usted más que otro ente nivolesco, y entes nivolescos sus lectores, lo mismo que yo, que Augusto Pérez, que su víctima..
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Y ¿por qué surgiendo de las páginas del libro en que se deposite el relato de mi ficticia vida, o más bien de las mentes de aquellos que la lean ––de vosotros, los que ahora la leéis––, por qué no he de existir como un alma eterna y eternamente dolorosa?, ¿por qué?
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Yo por lo menos sé de mí decirte que una de las cosas que me dan más pavor es quedarme mirándome al espejo, a solas, cuando nadie me ve. Acabo por dudar de mi propia existencia a imaginarme, viéndome como otro, que soy un sueño, un ente de ficción.
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¿quién sabe si existía o no, y menos él mismo...? Uno mismo es quien menos sabe de su existencia... No se existe sino para los demás
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sólo está de veras despierto el que tiene conciencia de estar soñando, como sólo está de veras cuerdo el que tiene conciencia de su locura.
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ha de quedar el Verbo que fue el principio y será el último, el Soplo y Son espiritual que recoge las nieblas y las cuaja

BELLEZA DE LAS COSAS

Un paraguas cerrado es tan elegante como es feo un paraguas abierto. «Es una desgracia esto de tener que servirse uno de las cosas ––pensó Augusto––; tener que usarlas, el uso estropea y hasta destruye toda belleza. La función más noble de los objetos es la de ser contemplados. ¡Qué bella es una naranja antes de comida! Esto cambiará en el cielo cuando todo nuestro oficio se reduzca, o más bien se ensanche a contemplar a Dios y todas las cosas en Él. Aquí, en esta pobre vida, no nos cuidamos sino de servimos de Dios; pretendemos abrirlo, como a un paraguas, para que nos proteja de toda suerte de males.»

UNAMUNO Y MACHADO

"El sendero nos lo hacemos con los pies según caminamos a la ventura." Unamuno 1907
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar" Machado dirá en el 17

UNAMUNO Y BÉCQUER


"Ayer la vi en su casa, con pretexto de visitar a sus tíos; la vi... 
––Y te miró, ¿no es eso?, ¿y creíste en Dios?"
Remedando a Bécquer:
“Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado...,
¡hoy creo en Dios!” 

ANARQUÍA

––Se me había olvidado decirle que cuando escriba a Eugenia lo haga escribiendo su nombre con jota y no con ge, Eujenia, y del Arco con ka: Eujenia Domingo del Arko.
––Y ¿por qué?
––Porque hasta que no llegue el día feliz en que el esperanto sea la única lengua, ¡una sola para toda la humanidad!, hay que escribir el castellano con ortografía fonética. ¡Nada de ces!, ¡guerra a la ce! Za, ze, zi, zo, zu con zeta, y ka, ke, ki, ko, ku con ka. ¡Y fuera las haches! ¡La hache es el absurdo, la reacción, la autoridad, la edad media, el retroceso! ¡Guerra a la hache!
––¿De modo que es usted foneticista también?
––¿También?, ¿por qué también?
––Por lo de anarquista y esperantista...
––Todo es uno, señor, todo es uno. Anarquismo, esperantismo, espiritismo, vegetarianismo, foneticismo... ¡todo es uno! ¡Guérra a la autoridad!, ¡guerra a la división de lenguas!, ¡guerra a la vil materia y a la muerte!, ¡guerra a la carne!, ¡guerra a la hache! ¡Adiós!

EL AMOR  Y LA MUJER

––En efecto; se me antoja que debe de ser imposible conocer a aquella mujer con quien se convive y que acaba por formar parte nuestra. ¿No has oído aquello que decía uno de nuestros más grandes poetas, Campoamor?
––No; ¿qué es ello?
––Pues decía que cuando uno se casa, si lo hace enamorado de veras, al principio no puede tocar el cuerpo de su mujer sin emberrenchinarse y encenderse en deseo carnal, pero que pasa tiempo, se acostumbra, y llega un día en que lo mismo le es tocar con la mano al muslo desnudo de su mujer que al propio muslo suyo, pero también entonces, si tuvieran que cortarle a su mujer el muslo le dolería como si le cortasen el propio.
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Y ella le decía siempre las mismas cosas, cosas cotidianas, muy antiguas y siempre nuevas.
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––Dice ese escritor, y lo dice en latín, que así como cada hombre tiene su alma, las mujeres todas no tienen sino una sola y misma alma, un alma colectiva, algo así como el entendimiento agente de Averroes, repartida entre todas ellas. Y añade que las diferencias que se observan en el modo de sentir, pensar y querer de cada mujer provienen no más que de las diferencias del cuerpo, debidas a raza, clima, alimentación, etc., y que por eso son tan insignificantes. Las mujeres, dice ese escritor, se parecen entre sí mucho más que los hombres y es porque todas son una sola y misma mujer...
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––Ve ahí por qué, amigo Paparrigópulos, así que me enamoré de una me sentí en seguida enamorado de todas las demás.
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-Quien conozca una, una sola bien, las conoce todas, conoce a la Mujer. Además, ya sabe usted que todo lo que se gana en extensión se pierde en intensidad.

VARIOS

El alma es un manantial que sólo se revela en lágrimas. Hasta que se llora de veras no se sabe si se tiene o no alma.
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--Se me ha ido el alma de la vida gota a gota, y alguna vez a chorro------
Así llegó a aquel recatado jardincillo que había en la solitaria plaza del retirado barrio en que vivía.
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––Que a todos nos gusta, señorito, hacer papel y nadie es el que es, sino el que le hacen los demás.
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Amo, ergo sum! ... Y el alma misma, ¿qué es sino amor, sino dolor encarnado? Vienen los días y van los días y el amor queda
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La manía de viajar viene de topofobía y no de filotopía; el que viaja mucho va huyendo de cada lugar que deja y no buscando cada lugar a que llega.


-Nunca se siente uno contento donde está -respondió el guardagujas.
(Antoine de Saint-Exupéry.- El pequeño Príncipe)
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Sí, el hombre no hace sino buscar en los sucesos, en las vicisitudes de la suerte, alimento para su tristeza o su alegría nativas. Un mismo caso es triste o alegre según nuestra disposición innata.
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que el que juega no asa castañas.
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Alea jacta est! A lo hecho, pecho.
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Como un sueño dulce se les iba la vida
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sólo se aprende a vivir viviendo. Como a soñar soñando
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¿Cuánto falta para llegar al horizonte? ¿Qué veremos cuando allí estemos?*
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Anotación al margen de la obra
La descarga de PDF ha sido anulada por reclamación de derechos de autor ante DMCA (Digital Millenium Copyright Act).
Debo decir en  mi favor que  no recibo, directa ni indirectamente, ningún beneficio económico de los libros, películas o cualquier otro documento que comparto y además estoy convencido de no ocasionar ningún trastorno financiero o monetario a los autores de dichas obras, bien por ser muy antiguas, todas, o incluso que el autor haya fallecido muchos años ha; que es el caso de don Miguel de Unamuno. 

Reconozco, lógicamente que el autor tiene derecho inalienable del beneficio de su creación, pero una vez pasados los años, la cultura debe ser un bien patrimonio de la humanidad.

(Digo ésto entre paréntesis literalmente: El derecho de autor en España ¿no caduca a los setenta años de la muerte de dicho autor? Cuando compartí Niebla hacía ochenta y un años de la muerte de Unamuno. ¿Quién se está beneficiando económicamente de su talento? y ¿en base a qué?)
                                                                  (uno de agosto de dos mil dieciocho) 


   (13/02/19)

                                                           
Hoy compruebo que DMCA ha restaurado el enlace para descargar Niebla en PDF.                                                                                (
10/03/19)

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jueves, 7 de septiembre de 2017

EL PAPA DEL MAR Vicente Blasco Ibáñez (1867. 1928)




EL PAPA DEL MAR. PDF
                              
O DONDE SE NOS DICE DE DÓNDE VENIMOS


“Sólo se disipa la propia ignorancia a fuerza de remover el cuerpo y el espíritu, yendo de un lado a otro”,  decía Petrarca en el siglo XIV cuando vivía en Vaucluse, cerca de Avignon y del Papa Luna, Benedicto XIII.

Hoy solo necesitamos remover el espíritu y darnos un chapuzón en los conocimientos y trabajos ajenos, como en este caso el de Vicente Blasco Ibáñez sobre la vida de Don Pedro de Luna, segundón de una de las más importante casas nobles aragonesas, que llegó a ser nombrado Papa con todas las legalidades de la época

Novela histórica muy documentada en hechos, personajes y lugares, nos cuenta, a través de Claudio Borja –descendiente del papa Borgia- cómo Benedicto XIII, el Papa Luna o el Papa del Mar, se mantiene en su posición inmutable de papa legítimo durante casi treinta años, resistiendo, para que renuncie,  a las amenazas de gentes poderosas de la época; resistiendo a las ofertas económicas, que muy bien pudieran saciar las ambiciones de cualquier mortal que no tuviera la integridad del anciano Benedicto XIII.

De la mano de Claudio y acompañados de la bella viuda argentina Rosaura, -a quien el joven Borja quiere conquistar-, vamos a recorrer los lugares de referencia en la vida del Papa Luna. Empezando por un recorrido turístico en el castillo de Avignon donde tuvieron su residencia los papas de Roma, siete en total hasta el cisma de Occidente; la villa de Petrarca en Vaucluse, cerca de Avignon; Marsella, el lugar donde el Papa Luna armó su escuadra para marchar a Roma; Pisa, Barcelona, Constanza y Peñiscola.

Narra la traición del emperador Segismundo, quien habiendo otorgado un salvoconducto al predicador Jan Huss, predecesor de Martín Lutero, permite que sea encarcelado y juzgado por herejía y él mismo lo condena a la hoguera.

Describe también la trayectoria del maestro Ferrer, futuro San Vicente Ferrer. El papel importantísimo que tuvo en la elección democrática de Fernando de Antequera como rey de Aragón en el compromiso de Caspe y la defensa del papa de Avignon como único papa legal y su cambio de actitud...” Vicente Ferrer continuaba no dudando de su legitimidad; pero le pedía humildemente que renunciase.”

Y sobre todo nos muestra el carácter austero y la fuerte y honesta personalidad de don Pedro de Luna, o Benedicto XIII que mantuvo su verdad hasta su muerte a los noventa y cinco años, sobreviviendo a todos sus enemigos y “manteniéndose en sus trece”, dicho o refrán que aun hoy en día se utiliza para referirse a las personas contumaceces, las que no “dan su brazo a torcer”

Con los datos aportados podremos formarnos una opinión sobre los intereses de la política, de la iglesia católica y de los personajes poderosos en los finales del siglo XIV y principios del siglo XV.
Ahora, con la perspectiva del tiempo, vemos los defectos de aquellas gentes y es fácil imaginar que si hubiera triunfado Benedicto XIII, la reforma de Lutero y el consiguiente cisma no hubiera sido necesario, e incluso, probablemente, nos hubiéramos ahorrado las muertes y el dolor que las revoluciones de los siglos XVIII y XX  trajeron en Europa. 
Esto ya sería historia-ficción.  Somos quienes somos porque ellos fueron quienes fueron. No hay más.
                                          José F. Álvarez


ALGUNAS NOTAS 

DON PEDRO DE LUNA, LA VOLUNTAD MÁS FÉRREA DE TODOS LOS TIEMPOS

Se creía nacido sin voluntad, e indudablemente por esto deseaba escribir la historia de aquel don Pedro de Luna, la voluntad más tenaz de su época y tal vez de todos los tiempos.
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Cuando empezaron a celebrase las conferencias en el antiguo palacio de los reyes de Mallorca se dio cuenta Segismundo de que estaba en presencia de un hombre extraordinario. Había oído hablar a muchos del carácter tenaz del Pontífice, de su dialéctica cerrada e invulnerable; pero la realidad fue más allá de sus suposiciones
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Fue en Perpiñán donde dio la muestra más sobrehumana de su tenacidad, de la fe en sí mismo, que parecían desafiar todas las leyes del tiempo. Habló en latín durante siete horas ante el emperador, los príncipes, los embajadores y todas las delegaciones enviadas por las universidades más célebres de Europa. Un silencio de respeto y de asombro acogió su palabra autoritaria. Nadie la cortó con rumores de impaciencia o de cansancio. Hasta sus mayores enemigos reconocían interiormente la superioridad de este hombre, por sus virtudes privadas, su inteligencia y su carácter, sobre todos los pontífices que habían sido sus adversarios, sobre los doctores famosos y los cardenales tránsfugas que lo combatían en los concilios
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—Vosotros decís que soy un Papa dudoso. No hablemos de ello; lo acepto. Pero antes de ser Papa yo era cardenal, y cardenal indiscutible, de la santa Iglesia de Dios, pues me dieron la investidura antes del cisma. —Soy el único de los cardenales anteriores al cisma que aún vive. Si, como decís vosotros todos los papas elegidos después del cisma son dudosos, todos los cardenales que ellos han nombrado son dudosos igualmente. Y como los cardenales son los que nombran los papas, yo solo, cardenal auténtico, soy el único que puede designar un papa auténtico. —Yo soy también el único que puede conocer verdaderamente las cuestiones de legitimidad en este cisma, el único que estuvo presente en el cónclave que dio origen a él. La solución para los males presentes de la Iglesia soy yo solo el que puede legítimamente aplicarla; la dignidad de la Iglesia y mi propia dignidad así lo exigen. —Suponiendo que no sea yo el único Papa legítimo, soy el único cardenal legítimo y puedo nombrarme por segunda vez a mí mismo. Y si no queréis que el Papa sea yo, no por eso conseguiréis evitar que yo sea el único que puede nombrar otro Papa, y ningún Papa legítimo será designado sin mi aquiescencia, ya que soy indiscutiblemente el único cardenal legítimo.
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Le declararon contumaz, siguiendo su proceso. Buscaron testigos contra él en los países sometidos al Concilio, o sea en casi toda la Cristiandad, y nadie se atrevió a declarar contra su vida privada o contra la notoria honradez con que había administrado los bienes de la Iglesia. Todos reconocían en voz baja sus costumbres austeras, su desprecio al dinero, su odio al nepotismo, pues nunca había favorecido a sus sobrinos con dádivas extraordinarias. El único cargo grave contra el. Pontífice de Peñíscola era «su obstinación en no renunciar al Papado». Todavía perdió mucho tiempo el Concilio, declarando contumaz otra vez a Benedicto y fijándole nuevos plazos para que se presentase. Necesitaba, antes de exonerarlo, dar carácter de legalidad a cuanto había hecho como Papa, institución de fiestas religiosas, casamientos de príncipes, bulas, privilegios a las iglesias— El Concilio debía reconocer como suya toda la obra pontificia de Luna, para que no resultase ilegítima después de su condenación, trastornando la vida de varias naciones.

«Su argumentación fue sólida, rectilínea, incontestable como la verdad. Pero, ¡ay! el mundo vive casi siempre regido por intereses y no por verdades.»
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—Decid esto a vuestro rey: «Yo te hice lo que eres, y tú me envías al desierto.»
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Después de este llamamiento inútil se promulgó el decreto por el cual se declaraba «al llamado Benedicto Trece escándalo de la Iglesia universal, sostenedor del cisma, despojándolo de todos sus títulos, grados y dignidades, relevando a los fieles de los juramentos y obligaciones con él, excomulgándolos si le obedecían como a Papa y le prestaban auxilio, consejo o protección»
Cuando Pedro de Luna recibió en Peñíscola la noticia de todo esto, alzó los hombros y continuó creyéndose tan Papa como antes.
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Este hombre irreducible, que acababa de cumplir noventa años, contestó repitiendo lo que había dicho en Perpiñán ante el emperador y después a los enviados del Concilio de Constanza: —Un Papa verdadero no renuncia. Soy el único cardenal anterior al cisma, el único que no es dudoso y puede hacer una elección legítima... Y yo me elijo a mí mismo
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De acuerdo con el rey de Aragón y ayudado por los más íntimos amigos de Benedicto, hizo a éste tentadoras promesas. Si se sometía a Martín V dejarían en su poder mientras viviese todos los libros y los bienes de la Sede Apostólica que se había llevado de Aviñón y guardaba en Peñiscola; gobernaría como soberano el país donde quisiera establecer su residencia; recibiría una pensión de cincuenta mil florines anuales, cantidad enormisima en aquel entonces; todos los beneficios y títulos dados por él serían reconocidos, y se aceptarían otras proposiciones que quisiera hacer, siempre que fuesen de acuerdo con la unidad de la Iglesia. Hasta su sobrino Rodrigo Luna, algo quebrantado por la desgracia, le aconsejó que cediese.

TODOS LOS PAPAS DE AVIGNON

Y señaló uno por uno a los pontífices, asignándoles una particularidad para que sus oyentes los viesen mejor. El primero, Clemente V arzobispo de Burdeos, no era del país. A continuación reinaban Juan XXII, obispo de Aviñón, y venían tras él cinco más, todos lemosines o provenzales: Benedicto XII, que empezó la construcción del palacio, llamado el Cardenal Blanco, porque vestía siempre el hábito de su Orden; Clemente VI, Papa protector de artistas y amigo de suntuosidades, el más famoso de todos; Inocencio VI, administrador como nadie de los bienes de la Iglesia; Urbano V antiguo prior de la abadía de San Víctor, en el puerto de Marsella, que volvió a Roma cediendo a las súplicas de los italianos y a las visiones de ciertas santas, teniendo que regresar a Aviñón por serle imposible su permanencia en Italia; finalmente, Gregorio XI, que se plegaba a idénticas sugestiones, repetía el viaje y moría en Roma, dando motivo, sin quererlo, al llamado Gran Cisma de Occidente. Luego señalaba los dos últimos retratos. —Este es Clemente Séptimo, el primer Papa de la llamada obediencia de Aviñón, pariente de los reyes de Francia, que quiso tomar el mismo nombre del gran Clemente Sexto. Este otro, el español don Pedro de Luna, último Papa de Aviñón, muerto en Peñíscola (España), sosteniendo hasta el último momento la legitimidad de su pontificado.


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lunes, 28 de agosto de 2017

GUERRA Y PAZ. León Tolstoi. 1869






EN LA GUERRA 
Quien haya estado en una guerra lo sabrá por vivencia directa. Los que, a Dios gracias, no la hemos vivido la podemos conocer a través de la sabiduría de Tolstoi. 
Sabremos que en las guerras siempre se miente, no hay gloria, todo es sucio y todo mentira;  nadie se atreve a decir la verdad, porque todas las mentiras conducen a la grandeza y honra del ejército, de la patria y de los de los valores  que se presume y las más de las veces faltan
No hay buenos, no hay malos. Hay víctimas, miles o millones de víctimas de ambos bandos. Se dispara y se mata porque sí, por razones que nadie conoce y porque alguien lo ordena. El hombre al que van a fusilar no entiende el porqué le quitan la vida y el soldado, que a la orden de fuego se la quitará, tampoco entiende el porqué tiene que matarlo.
Y los grandes hombres de la guerra, como Napoleón, no son tan grandes vistos de cerca.
Encuentro entre Napoleón y un alférez ruso herido :
"-Y usted, joven, ¿está mejor?
Andrés había podido, cinco minutos antes, dirigir la palabra al soldado que le transportaba, pero en aquel momento, con los ojos fijos en Napoleón, guardó silencio. ¡Parecíanle tan pequeños todos los intereses que ocupaban la atención de Napoleón! 
 Su héroe parecíale tan mezquino con aquella su minúscula ambición y la expresión de alegría que reflejaba su rostro, producida por la victoria, en comparación con el alto cielo justo y bueno que veía... Comprendió que no tenía ánimo para responderle. ¡Parecía todo tan inútil y tan mezquino”
Napoleon, tan admirado él y tan grande, no es más que un pobre hombre dominado por su vanidad y soberbia
¿Y los héroes nacionales? El General ruso Kutuzov llevó al ejército ruso, pasito a paso, derrota tras derrota a la victoria final, porque sí, porque era invierno y aquello era Rusia, no porque fuera su estrategia, que él no tenía ninguna.
Un general, gran galanteador de damas, a quien la emperatriz Catalina II lllamaba "mi Kutozov"
Hoy en día, como en toda la época soviética, se mantiene en Rusia la condecoración de "la orden Kutuzov"

Y EN LA PAZ
Como en la guerra, la gente vive, sobrevive, ama, se enamora, sufre, goza, disfruta, se ilusiona, nace y muere.
Y Tolstoi hace un relato físico y espiritual de sus personajes tan minucioso y tan estudiado, tan comprensivo, que ni siquiera ellos mismos se podrían conocer tan bien como el escritor los conoce, porque Tolstoi conoce profundamente al ser humano.
Hace fácil la comprensión de las variaciones sentimentales del alma femenina y de las inconsecuentes actitudes del hombre. Critica con humanidad y comprensión la vacuidad, y cobardía de los seres egoístas. 
Hace un relato extenso del estremecimiento ante la muerte desde las dos orillas; asistimos en primera persona al sentimiento del moribundo Andrés Bolkonsky y de igual manera entramos en el alma de sus dos acompañantes, su hermana María y el amor de su vida, Natasha.
 Profundiza en la búsqueda de la verdad filosófica, espiritual y religiosa de la humanidad.
Guerra y Paz es una obra que hay que leer. Y a ser posible en la primera juventud. Ayuda a verse uno mismo y a los demás, con más claridad, con más verdad.
                                                                 José F. Álvarez. Agosto de 2017

TOMO ALGUNA NOTA

GUERRA
1.- Comenzó entonces a ocultarse el sol detrás de las nubes. Ante Rostov aparecieron las camillas, y el miedo de la muerte y de las camillas, y el amor al sol y a la vida, se mezclaban en su cerebro en una impresión enfermiza y trastornadora.
2.- Rostov, después de las campañas de Austerlitz y de 1807, sabía por propia experiencia que cuando se cuentan aventuras siempre se miente, como mentía él cuando las contaba; por otra parte, tenía bastante experiencia para saber que en la guerra no pasa nunca nada del modo que nos lo imaginamos y del modo que se cuenta.
3.- .... Pero no expresaba sus pensamientos; su experiencia se lo vedaba, pues sabía que aquel relato contribuía a la gloria del ejército y, por esta razón, no podía dudarse de él.
4.- Rostov pensaba continuamente en su acto de guerra, que, con gran extrañeza por su parte, le valía la cruz de San Jorge y la reputación de valiente y en el que había algo que no podía comprender en modo alguno. «Así, pues, ¿son todavía más cobardes que nosotros? ¿Hice aquello por la patria? ¿Y qué culpa tiene el oficial de los ojos azules y cara de niño? ¡Qué miedo tenía! ¡Creyó que le iba a matar! ¿Y por qué había de hacerlo? Mi mano temblaba, y me dan la cruz de San Jorge. No acabo de comprenderlo.»
5.- - Si en la guerra no hubiera magnanimidad, sólo marcharíamos cuando fuera necesario, como hoy, ir a la muerte. No habría guerra únicamente porque Pablo Ivanich hubiera ofendido a Pedro Ivanich. De este modo, todos los westfalianos y hessianos que Napoleón lleva consigo no le seguirían a Rusia y nosotros no hubiéramos ido a batirnos a Austria y a Prusia sin saber por qué. La guerra no es una cosa graciosa, sino muy fea y desagradable, por lo que es preciso comprenderla y no convertirla en juego, aceptando seria y serenamente esta terrible necesidad. La cuestión reside en esto: apartad la mentira, y la guerra será la guerra y no un juego; de otro modo, la guerra se convierte en la diversión predilecta de la gente ociosa y ligera...
6.- ¿Cómo no voy a aburrirme, padrecito? Moscú es madre de todas las ciudades y me duele su caída. Pero también el gusano se come la col y luego muere. Así lo dicen los viejos.

LA GLORIA
7.- Napoleón debió recordar haberle visto en el campo de batalla, pues le dirigió la palabra.
8.- -Y usted, joven, ¿está mejor?
El príncipe Andrés había podido, cinco minutos antes, dirigir la palabra al soldado que le transportaba, pero en aquel momento, con los ojos fijos en Napoleón, guardó silencio. ¡Parecíanle tan pequeños todos los intereses que ocupaban la atención de Napoleón!
Su héroe parecíale tan mezquino con aquella su minúscula ambición y la expresión de alegría que reflejaba su rostro, producida por la victoria, en comparación con el alto cielo justo y bueno que veía... Comprendió que no tenía ánimo para responderle. ¡Parecía todo tan inútil y tan mezquino al lado de aquellos serenos y majestuosos pensamientos que hacían brotar en él la debilidad de sus fuerzas, producida por la pérdida de sangre, los sufrimientos y la espera de una muerte próxima! Con los ojos fijos en los de Napoleón, el príncipe Andrés pensaba en el vacío de la grandeza, en el vacío mucho mayor de la muerte, del cual ningún ser viviente puede percibir ni explicarse el sentido.
El Emperador, sin aguardar la respuesta...

FUSILAMIENTOS
9.- Los soldados les vendaron los ojos con los sacos y los sujetaron al poste...
10.- De improviso sonó un chasquido, luego un ruido semejante al más horrísono de los truenos...
10.- ...sus ojos pedían auxilio en vano y no parecían comprender ni creer en lo que iba a ocurrir.
11.- No podían creerlo porque sólo ellos sabían el significado de su propia vida. De aquí que no concibieran que se la pudiesen arrebatar...
En las caras de los rusos, en las de los soldados franceses, en las de los oficiales, en todos los rostros sin excepción, se leía el mismo horror, el mismo miedo, la misma lucha que se entablaba en su alma. «¿Para qué hacer esto?» 
«Todos sufren como yo. ¿Quién habrá mandado esto, quién, quién habrá sido?», se decía Pedro.
-Esto les enseñará a no ser incendiarios... - comentó un francés.
Pedro se volvió al que hablaba; observó que era un soldado que quería olvidar lo que acababa de hacer, sin conseguirlo. Hizo un ademán y se fue.

LA MUERTE
12.- ¿Se me habrá revelado la verdad de la existencia para que viva en la mentira?
13.-- ¡No..., no ha muerto..., no es posible! -.....
Espontáneamente, toda la ternura que en su interior sentía por él desapareció, dando lugar a un sentimiento de horror por el que allí yacía. «¡Ya no está! ¡Ya no está! ¡Ya no está! ¡Y aquí, en el sitio donde se hallaba, queda algo extraño, hostil, un misterio terrible, espantoso y repugnante!» Y, escondiendo la cara entre las manos, la princesa María cayó en los brazos del doctor, que la sostuvo.

NIHILISMO
14.- Durante aquel viaje repasó mentalmente su vida y llegó a la conclusión, consoladora y resignada; de que no vale la pena de emprender nada, de que lo mejor es llegar al final de la existencia sin hacer daño a nadie, sin atormentarse, libre de deseos...

LO JUSTO Y LO INJUSTO. LO BUENO Y LO MALO
15.- Los hombres no pueden saber lo que es justo ni lo que es injusto. Los hombres están perdidos y lo estarán siempre; sobre todo en aquello que consideran como lo justo y lo injusto.
16.- - Lo injusto es lo que es malo para otro hombre - dijo Pedro, viendo, gozoso, por primera vez desde que había llegado, que el príncipe Andrés se animaba y empezaba a hablar y quería expresar todo lo que le había hecho cambiar de tal modo.
- Y ¿qué es lo que te enseña lo que es malo para un hombre? - preguntó.
- ¿Lo malo? ¿Lo malo? Todos sabemos lo que entendemos por malo - dijo Pedro.
- Sí, todos lo conocemos; pero el mal que conozco por mí mismo, no puedo hacerlo a ningún otro hombre - dijo el príncipe Andrés, animándose lenta y visiblemente y deseoso de explicar a Pedro sus ideas nuevas sobre las cosas.
- En la vida no conozco sino dos males bien reales: el remordimiento y la enfermedad. No hay otro bien que la ausencia de estos males. Vivir para uno mismo evitando estos dos males, he aquí toda mi sabiduría en el presente, 
- ¿Y el amor al prójimo, y el sacrificio? - empezó a decir Pedro -. No puedo admitir tu opinión. Vivir sólo para no hacer el mal, para no arrepentirse, es poca cosa. Yo he vivido así, he vivido sólo para mí, y he destruido mi vida. Ahora, cuando vivo, o cuando menos - corrigió Pedro con modestia - cuando procuro vivir para los demás, es cuando comprendo toda la felicidad de la vida. No, no puedo estar de acuerdo contigo y ni tú mismo piensas lo que dices.
El príncipe Andrés miró a Pedro en silencio y sonrió irónicamente.

AMOR
17.- - Si alguien me hubiese dicho que yo podía enamorarme de esta manera, no lo hubiera creído. Esto no se parece en nada a lo que sentía antes. Para mí, el mundo está dividido en dos partes: ella, y con ella la felicidad, la esperanza; la otra parte, todo aquello donde ella no está: la tristeza, la oscuridad, el final - dijo el príncipe Andrés.

...A PRIMERA VISTA (Natasha)  Y VANIDAD
18.- Ella le miró de frente, a los ojos, y su proximidad, su aplomo, su ternura jovial, la vencieron. Ella también sonrió, mirándole francamente a los ojos. Y otra vez, con horror, sintió que entre él y ella no había ningún obstáculo. Algo la emocionaba y atormentaba, y aquel algo era Kuraguin, al que involuntariamente seguía con la mirada.
Así que Natacha lo vio, lo mismo que en el teatro, se apoderó de ella el placer vanidoso de agradarle y el miedo que le daba el no encontrar obstáculos entre ella y él.

...Y EL DEL MUJERIEGO  (Anatolio Kuraguín)
19.- No era jugador, es decir, no deseaba ganar; no era vanidoso, no se preocupaba de lo que decían de él y no tenía la menor ambición; muchas veces había disgustado a su padre al perjudicarle en su carrera riéndose de todos. No era avaro ni negaba un favor a nadie. Lo único que le gustaba eran las mujeres, y como, según su manera de pensar, aquel gusto no desdecía de su nobleza, como era incapaz de reflexionar sobre las consecuencias que la satisfacción de sus gustos pudieran tener sobre los demás, se consideraba un ser irreprochable, detestaba francamente a los falsos y a los malvados y llevaba la cabeza muy alta y la conciencia tranquila. 
Los hombres calaveras tienen un sentimiento secreto de la inocencia, basado, como en la Magdalena, en el espíritu de perdón.  «Todo le será perdonado porque ha amado mucho», y a ellos les será perdonado todo porque se han divertido mucho.
20.- Pensaba con frecuencia en María, pero no como pensaba en todas las jóvenes,...
21.- Como todos los jóvenes decentes, había querido ver en cada una de ellas a una esposa, y en su imaginación las había dotado de las cualidades que son indispensables para la vida conyugal. Las veía vestidas con una bata blanca, delante del samovar, en coche, con los niños, con papá y mamá; se representaba sus relaciones con ellas..., y éstas perspectivas le eran agradables.

ODIO A LA BONDAD
22.- Lo que más disgustaba a la buena Condesa era, precisamente, que Sonia, aquella sobrina pobre de ojos negros, fuera tan dulce, tan buena, tan fiel, tan agradecida a sus bienhechores, tan constante en el amor a Nicolás, que fuese imposible reprocharle nada.

ALZHEIMER  (León Tolstoi escribió la novela en 1865 y no sería hasta 1901 cuando se descubriera la enfermedad de Alzheimer,y ya la describe a la perfección,  aunque se conociera la demencia senil desde tiempos anteriores)
23.- El Príncipe había envejecido mucho aquel año. Los indicios irrecusables de la vejez eran bien manifiestos en él: somnolencias intempestivas, olvido de acontecimientos inmediatos y memoria de acontecimientos antiguos.

FELICIDAD
24.- «He de aprovechar la libertad que tengo mientras sienta dentro de mí tanta fuerza y juventud. Pedro tenía razón cuando decía que hay que creer en la posibilidad de la felicidad para ser feliz. Y ahora creo. Dejemos que los muertos entierren a sus muertos; mientras se vive, hay que vivir y ser feliz»
25.- Una luz repentina iluminó el rostro de María al oír el sonido de su voz, y su dolor se dulcificó
26.- La belleza moral, poco común, que esta vez observó en ella, le impresionó profundamente.
27.- - Cuando el soldado disfruta de permiso debe llevar la camisa fuera del pantalón – decía.
(Ahora entiendo por qué veo tantos hombres con la camisa fuera: son todos soldados del ejército ruso, de permiso. Y yo que pensaba que era una moda tonta y algo feministoide!)

COMUNICACIÓN
28.- Qué...? - comenzó a decir; pero enmudeció de pronto; las palabras no dicen ni expresan nada. El rostro y los ojos de Natacha se lo dirían todo con más claridad, más sinceramente. Natacha la miró; pero temía revelar todo lo que sabía.

ELOGIO
29.- En las mejores relaciones, las más amistosas, las más sencillas, la adulación o el elogio son tan necesarios como la grasa lo es a los ejes de las ruedas para que funcionen.

VICIOS Y VIRTUDES
30.- ...los vicios humanos no tienen sino dos puentes: la ociosidad y la superstición, y solamente dos virtudes: la actividad y la inteligencia.
...teniendo en cuenta que la condición principal de la actividad es el orden, éste era llevado en su vida hasta las últimas consecuencias.

TRABAJO
31.- -Amigo mío, solamente los tontos o los depravados se encuentran mal. Tú ya me conoces. De la mañana a la noche trabajo con moderación y por esto me encuentro bien.

MATRIMONIO
32 -No te cases nunca, Pedro, nunca. Es el consejo que te doy. No te cases nunca antes de haberte preguntado a ti mismo si has hecho cuanto has podido antes de dejar de querer a la mujer elegida, antes de verla tal como es.

33.-  ¡Si pudieses llegar a saber quiénes son todas las mujeres distinguidas y, en general, las mujeres! Mi padre tenía razón. El egoísmo, la ambición, la estupidez, la nulidad en todo. He aquí a las mujeres cuando se muestran tal como son. Cuando se les ve en sociedad parece que tengan algo, pero no tienen nada, nada. Sí, amigo mío, no te cases

                                                                                                           IR AL ÍNDICE

domingo, 23 de julio de 2017

ANA KARENINA




He tardado mucho en leer Ana Karenina y no porque el libro sea gordo o pesado sino porque descubrí a Tolstoi muy tarde. A pesar de que me sonara como uno de los grandes de la literatura universal, no tuve ocasión hasta ahora. Debería haberlo leído con dieciséis años.  

A la alegría de descubrirlo se une el lamento por mi pobreza cultural. Pero como soy de naturaleza optimista hago míos los refranes de que “nunca es tarde cuando la dicha es buena” y “más vale tarde que nunca” y que “no hay mal que por bien no venga”,  que si entonces lo hubiera conocido, no tendría hoy la alegría de descubrirlo. (Y excúseme vuesa mercé, mi señor don Quijote que tan poco gusta de refranes.)

Y vamos a la materia.

Ana Karenina no es solamente lo que aparenta, una novela realista de amor y celos. Es un estudio genial del alma humana, una crítica mordaz de la alta sociedad rusa del XIX y una exposición de los pensamientos políticos de la época

Ana, hermana de Stiva y cuñada de Dolly viene a Moscú desde la capital San Petersburgo, para mediar en la relación matrimonial que amenaza ruptura por la infidelidad de Stiva. Consigue el acuerdo, sin embargo, interfiere inconscientemente en la posible futura relación de Kitty, hermana pequeña de Dolly, enamorada del conde Vronsky. 

Este Vronsky se enamora perdidamente de Ana que está casada con Alexey Alejandrovich Karenin, veinte años mayor que ella. Vronsky la acosa y la enamora; tienen una hija. Ana abandona al marido y al hijo que tiene con él y comienza nueva vida de familia con Vronsky, pero es rechazada por la sociedad rusa por vivir en concubinato. El amor de ambos es grande pero los celos y la inseguridad de Ana la llevan a la locura y al suicidio.

En paralelo vivimos la vida de Constantino Levin, amigo de la adolescencia de Stiva, enamorado de la cuñada pequeña de éste Kitty, con la que se casa felizmente y tiene familia.

León Tolstoi es generoso con los lectores, explica detalladamente cada uno de los estados de ánimo de sus personajes, permitiendo que los comprendamos, los aceptemos y hasta los amemos. 
Nos sumerge en la vida de los campesinos rusos del XIX, asistimos a las discusiones políticas del momento, observamos cómo se va fraguando el movimiento comunista... Y somos testigos de la moral social, hipócrita y falsa.

El contrapunto honesto, honrado y auténtico es Constantino, Kostia  Levin, hombre íntegro y virtuoso, justo e inquieto por conocer el sentido de la vida humana, intentando comprender racionalmente a través de la ciencia y la filosofía lo que la razón jamás podrá demostrar, llegando con total e íntima seguridad a la verdad revelada a profetas, religiosos, filósofos, pensadores, campesinos iletrados y a todo el mundo de cualquier nivel cultural, de todas las religiones y todas las razas:

-No sé si esto es fe o no es fe. No sé lo que es. Pero sí sé que este sentimiento, de un modo imperceptible, ha penetrado en mi alma con el sufrimiento y ha arraigado en ella firmemente. 
-Me sentiré irritado como antes contra Iván, el cochero, seguiré discutiendo lo mismo, expresaré inadecuadamente mis pensamientos, continuará levantándose un muro entre el santuario de mi alma y los demás, incluso entre mi espíritu y el de mi mujer. Seguiré culpándola de mis sobresaltos para luego arrepentirme de ello; mi razón no comprenderá por qué rezo y sin embargo seguiré rezando... Todo como antes... 
 Pero a partir de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy dueño de infundir en ella.”

LEON TOLSTOI

He leído en algún sitio que el personaje de Levin es autobiográfico, que es el propio LeónTolstoi, enamorado de la vida en el campo en busca de la verdad.

Hay que leer Ana Karenina, conocer la obra de la misma manera que hay que conocer el mar y la montaña, porque es imprescindible saber del mundo y de sus gentes en la vida que vivimos.
León Tolstoi le dio forma literaria y espiritual a su tiempo.


NOTAS


FRASES GENIALES
–Nadie está contento con lo que tiene y, no obstante, todos están satisfechos de su inteligencia

-A la condesa Lidia Ivanovna la habían casado con un hombre rico, noble, más bueno que noble y más libertino que bueno.

-Si buscas la perfección nunca estarás contento.

-¿Qué culpa tiene ella? Ella quiere vivir. Dios nos ha impreso este deseo en el alma. Es muy posible que yo hubiese hecho lo mismo.

-Las mujeres con sombra terminan mal generalmente.

-Cuando se ama a una persona se la ama tal como es, aunque no sea como uno quisiera que fuese.

-Toda la diversidad, la hermosura, el encanto de la vida, se componen de luces y sombras.

-Antes de nuestra relación íbamos al encuentro el uno del otro, pero ahora avanzamos inevitablemente en direcciones opuestas.

-Si hay tantas opiniones como cabezas, debe haber también tantas clases de amor como corazones. 
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-La mujer, amigo mío, es un ser que por más que lo estudies te resulta siempre nuevo. 
–Entonces vale más no estudiarlo. 
–¡No! Un matemático ha dicho que el placer no está en descubrir la verdad, sino en el esfuerzo de buscarla.
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-No sólo existe el orgullo de la inteligencia, sino la estupidez de la inteligencia. 
Pero lo peor es la malicia... eso, la malicia del espíritu, la truhanería del espíritu.”

ORIGEN DE ANA KARENINA
Empezaré por el principio. Estás casada con un hombre veinte años mayor que tú. Te casaste sin amor, sin conocer el amor. Supongamos que ésa fue tu equivocación. 
–¡Y una terrible equivocación! ––dijo Ana. 
–Pero eso, repito, es un hecho consumado. Luego has tenido la desgracia de no querer a tu marido. Es una desgracia, pero un hecho consumado también. Tu marido, reconociéndolo, te ha perdonado...
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–Bromas aparte, creo que, para conocer bien el amor, hay que equivocarse primero y corregir después la equivocación
–¿Incluso después del matrimonio?
–Nunca es tarde para arrepentirse
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–Ana ha hecho lo que todas, excepto yo. Ahora, que otras lo hacen y lo ocultan; y ella no ha querido engañar a nadie, en lo que ha hecho muy bien. Y aún hizo mejor separándose de su marido, de ese estúpido Alexey Alejandrovich.
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Como sucede a menudo a las mujeres, aun a las completamente honradas y a las más virtuosas, cansadas de la vida normal, Dolly, no solamente perdonaba el amor culpable sino que hasta lo envidiaba.

CUESTIÓN ECONOMICO-SOCIAL
«Sí», pensaba, «debí decirle: Usted afirma que nuestras propiedades van mal porque el aldeano odia todos los perfeccionamientos, y en eso tiene razón. Pero el asunto va bien donde el aldeano obra según sus costumbres, como en la casa del viejo que vive a la mitad del camino. 
Nuestro descontento de las cosas demuestra que los culpables somos nosotros y no los trabajadores. Ya hace tiempo que obramos al modo europeo sin considerar las cualidades de la mano de obra. 
Probemos a reconocer la fuerza obrera no como una fuerza ideal de trabajadores, sino como un conjunto de aldeanos rusos, con sus instintos propios, y organicemos la explotación de nuestras propiedades con arreglo a ello. Imagine usted –debí decirle– que usted llevara su propiedad como el viejo del camino, y que hubiera sabido interesar en el éxito de la labor a los trabajadores y que hubiese aplicado el sistema de trabajo que ellos admiten. Entonces obtendría usted, sin agotar la tierra, dos o tres veces más que ahora. Divídalo en dos, dé la mitad a los obreros y usted recibirá más y la mano de obra también. Para ello hay que disminuir el nivel de ganancias a interesar a los obreros en el éxito. El cómo es cuestión de detalles, pero indudablemente esto es posible»
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Había decidido cambiar radicalmente el modo de dirigir su propiedad.
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Otra dificultad consistía en la invencible desconfianza de los aldeanos, que no podían creer que el propietario persiguiese otro objeto sino sacarles lo más posible. Estaban seguros de que su verdadero fin lo callaba y que sólo les decía lo que mejor convenía a sus planes.
Lo mismo vio en los libros socialistas: o eran hermosas e irrealizables fantasías, que ya le sedujeran de estudiante, o simples arreglos y reparaciones del estado de cosas que existía en Europa con el que la cuestión agraria rusa nada tenía de común.
–Ya sabes que el capital oprime al trabajador. Los obreros y campesinos llevan todo el peso del trabajo y no logran salir, por mucho que se esfuercen, de su situación de bestias de carga. Todas las ganancias, todo aquello con que pudieran mejorar su estado, descansar a instruirse, lo devoran los dividendos de los capitalistas. La sociedad está organizada de tal modo que, cuanto más trabaja el obrero, más ganan los comerciantes y los propietarios, y el proletario sigue siendo siempre una bestia de carga.

 Es preciso cambiar este orden de cosas –

... –Así vamos a formar una cooperativa de cerrajeros en la que la producción y las ganancias, y, sobre todo, las herramientas, que es lo esencial, sean comunes.

«¿No ha leído a Kauffman, Dubois y Michelet? Léalos; han resuelto ya la cuestión».

OBLONSKY.- Personaje típico de la administración rusa
–No, no me perdonará. ¡Y lo malo es que yo tengo la culpa de todo. La culpa es mía, y, sin embargo, no soy culpable.

Esteban Arkadievich era leal consigo mismo. No podía, pues, engañarse asegurándose que estaba arrepentido de lo que había hecho. De lo que se arrepentía era de no haber sabido ocultar mejor el caso a su esposa.

Era preciso, pues, buscar el olvido en el sueño de la vida.

Aunque no le interesaban el arte, la política ni la ciencia, Esteban Arkadievich profesaba firmemente las opiniones sustentadas por la mayoría y por su periódico. Sólo cambiaba de ideas cuando éstos variaban o, dicho con más exactitud, no las cambiaba nunca, sino que se modificaban por sí solas en él sin que ni él mismo se diese cuenta.

Como vivía en sociedad y se hallaba en esa edad en que ya se necesita tener opiniones, acogía las ajenas que le convenían. Si optó por el liberalismo y no por el conservadurismo, que también tenía muchos partidarios entre la gente, no fue por convicción íntima, sino porque el liberalismo cuadraba mejor con su género de vida.

Así, para obtener un buen puesto, Oblonsky no necesitó esforzarse mucho. Le bastó no contradecir, no envidiar, no disputar, no enojarse, todo lo cual le era fácil gracias a la bondad innata de su carácter.

En los tres años que llevaba ejerciendo su cargo en Moscú, Esteban Arkadievich había conseguido, no sólo atraerse el afecto, sino el respeto de compañeros, subordinados, jefes y de cuantos le trataban. Las principales cualidades que le hacían ser respetado en su oficina eran, ante todo, su indulgencia con los demás –basadas en el reconocimiento de sus propios defectos– y, después, su sincero liberalismo. No aquel liberalismo de que hablaban los periódicos, sino un liberalismo que llevaba en la sangre, y que le hacía tratar siempre del mismo modo a todos, sin distinción de posiciones y jerarquías, y finalmente –y era ésta la cualidad principal– la perfecta indiferencia que le inspiraba su cargo, lo que le permitía no entusiasmarse demasiado con él ni cometer errores.

POLITICA FEMINISTA y EDUCACIÓN DEL XIX
El Gobierno probablemente se guía por la opinión general, siendo indiferente a la eficacia de las medidas que adopta. Así, por ejemplo, la cuestión de la instrucción femenina suele ser considerada como perjudicial y, sin embargo, el Gobierno abre escuelas y universidades para la mujer.

Es un círculo vicioso. La mujer no tiene derechos por la insuficiencia de su instrucción, y su insuficiencia de instrucción procede de su falta de derechos. No olvidemos que la esclavitud de la mujer es algo tan arraigado y antiguo que a menudo no queremos comprender el abismo que nos separa de ellas.
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Nosotros somos así. Yo le menciono la economía política y usted dice que eso es peor. Le hablo de socialismo y me contesta que es peor. Le hablo de la educación y me dice que es peor.
–¿De qué pueden servir las escuelas?
–Las escuelas despertarán en el pueblo nuevas necesidades.

SENTIMIENTO DE AMOR
Toda la noche y aquella mañana las había pasado Levin en estado de inconsciencia, sintiéndose fuera de las condiciones de la existencia material. No comió en todo el día, llevaba dos noches sin dormir, había pasado varias horas medio desnudo al aire frío, y, sin embargo, no sólo se sentía fresco y fuerte, sino completamente desligado de su cuerpo. Se movía sin esfuerzo muscular y tenía la sensación de que lo podía todo. 
Estaba seguro de que, de necesitarlo, habría conseguido volar o mover los muros de una casa.

LA MUERTE
Cuantos le rodeaban lo sentían y, en su presencia, se constreñían inconscientemente en sus ademanes y conversaciones y en la expresión de sus deseos. La vida del enfermo les unía en un mismo sentimiento de que sufrían y en el deseo de librarse de aquel sufrimiento. 
En él se cumplía evidentemente esa transformación que lleva a mirar la muerte como la satisfacción de los deseos, como una felicidad

RELACIÓN DE PAREJA
Ana recordó las palabras que le habían proporcionado el triunfo sobre él («estoy al borde de una gran desgracia, y siento miedo de mí misma»), mas comprendió que este recurso era peligroso, quizá contraproducente, y desistió de emplearlo otra vez. 
Ana percibía claramente en ambos, a la par de su amor, otro sentimiento antagónico formado por recelos y dudas en ella y ansias de libertad y voluntad de dominio por parte de él; y desesperó de poder dominar en ella aquel sentimiento, y sabía que tampoco él lo podría dominar.
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No hay situación a la que el hombre no se acostumbre, especialmente si todos los que le rodean la soportan como él.

DOS PAREJAS (Ana y Vronsky  - Levin y Kitty)

Y Vronsky procuraba recordarla tal como era cuando la encontró por primera vez, también en la estación, misteriosa, espléndida, enamorada, buscando y procurando felicidad, no ferozmente vengativa como la recordaba en el último momento.
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(Kitty)  -Debe de haber ido a visitar las colmenas. Aunque me entristece que se vaya con tanta frecuencia, no me parece mal, puesto que le distrae. Está más animado y mejor que en primavera. ¡Se le veía tan concentrado en sí mismo, sufría tanto! Me daba miedo, temía por él... ¡Qué tonto es!» pensó riendo.
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(Levin) Tenía también que atender a las necesidades de su mujer y de su hijo y pasar algún rato con ellos, cosa que, por otra parte, no requería de él esfuerzo alguno, ya que cada día le costaba más pasar mucho tiempo alejado de aquellos seres queridos.

SENTIDO DE LA VIDA
-No puedo vivir sin saber lo que soy y por qué estoy aquí. Y puesto que no puedo saberlo, no puedo vivir, se decía.
- En el tiempo infinito, en la infinidad de la materia, en el infinito espacio, una burbuja se desprende de un organismo, dura algún tiempo y luego estalla. Y esa burbuja humana soy yo ..
Hay que vivir, no para nuestras propias necesidades, sino para Dios. Pero, ¿para qué Dios? ¿Es posible decir una cosa más privada de sentido común? Feódor ha dicho que hay que vivir, no sólo para nuestras propias necesidades, esto es, para lo que comprendemos, lo que nos atrae y deseamos, sino para algo incomprensible, para ese Dios al cual nadie puede comprender ni definir... ¿Qué es esto? ¿Acaso no habré comprendido las palabras sin sentido de Feódor? Y si no he comprendido lo que decía, ¿he dudado por ventura de que fuese justo? ¿Lo he encontrado necio, impreciso y vago? 
-No; lo he comprendido por completo, tal como él lo comprende. Lo he comprendido tan bien y tan claramente como lo que mejor pueda comprender en la vida, y jamás en mi existencia he dudado de ello ni puedo dudar. Y, no sólo yo, sino todos lo comprenden perfectamente; no dudan de ello y todos están de acuerdo en aceptarlo. 
-¡Y yo que buscaba, deplorando no ver un milagro! Un milagro material me habría convencido. 
¡Y, no obstante, el único milagro posible, el que existe siempre y nos rodea por todas partes, no lo observaba, no lo veía! 
-Feódor dice que el guarda Kirilov vive sólo para su vientre. Eso es claro y comprensible. Todos nosotros, como seres racionales, no podemos vivir de otro modo sino para el vientre. Y de pronto Feódor dice que no se debe vivir para el vientre y que se debe vivir para la verdad y para Dios, y yo, con una sola palabra, le comprendo. 
Y yo, y millones de seres que vivieron siglos antes y viven ahora, sabios, labriegos y pobres de espíritu –los sabios que han escrito sobre esto, lo dicen en forma incomprensible– coinciden en lo mismo: en cuál es el fin de la vida y qué es el bien. Sólo tengo, común con todos los hombres, un conocimiento firme y claro que no puede ser explicado por la razón, que está fuera de la razón y no tiene
Si el bien tiene una causa, ya no es bien y si tiene consecuencias (recompensa) tampoco lo es. De modo que el bien está fuera del encadenamiento de causas y efectos. »Y conozco el bien y lo conocemos todos. »¿Puede haber milagro mayor?
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Y ahora veía claramente que sólo podía vivir merced a las creencias en que fuera educado. 
¿Qué habría sido de mí y cómo habría vivido de no tener esas creencias si no supiese que hay que vivir para Dios y no sólo para mis necesidades? 
 Hubiese robado, matado, mentido. Nada de lo que constituyen las mayores alegrías de mi vida habría existido para mí.»
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 Buscaba contestación a mi pregunta. El pensamiento no podía contestarla, porque elpensamiento no puede medirse con la magnitud de la interrogación. La respuesta me la dio la misma vida con el conocimiento de lo que es el bien y lo que es el mal. 
Y ese saber no me ha sido proporcionado por nada; me ha sido dado a la vez que a los demás, puesto que no pude encontrarlo en ninguna parte. 
¿Dónde lo he recogido? ¿He llegado por el razonamiento a la conclusión de que hay que amar al prójimo y no causarle daño?
 Me lo dijeron en mi infancia y lo creí, feliz al confirmarme los demás lo que yo sentía en mi alma. ¿Y quién me lo descubrió? 
No lo descubrió la razón. La razón ha descubierto la lucha por la vida y la necesidad de aplastar a cuantos me estorban la satisfacción de mis necesidades. 
Tal es la deducción de la razón. La razón no ha descubierto que se amase al prójimo, porque eso no es razonable.
-No sé si esto es fe o no es fe. No sé lo que es. Pero sí sé que este sentimiento, de un modo imperceptible, ha penetrado en mi alma con el sufrimiento y ha arraigado en ella firmemente. 
-Me sentiré irritado como antes contra Iván, el cochero, seguiré discutiendo lo mismo, expresaré inadecuadamente mis pensamientos, continuará levantándose un muro entre el santuario de mi alma y los demás, incluso entre mi espíritu y el de mi mujer. Seguiré culpándola de mis sobresaltos para luego arrepentirme de ello; mi razón no comprenderá por qué rezo y sin embargo seguiré rezando... Todo como antes... 

 Pero a partir de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy dueño de infundir en ella.
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