domingo, 23 de julio de 2017

ANA KARENINA




He tardado mucho en leer Ana Karenina y no porque el libro sea gordo o pesado sino porque descubrí a Tolstoi muy tarde. A pesar de que me sonara como uno de los grandes de la literatura universal, no tuve ocasión hasta ahora. Debería haberlo leído con dieciséis años.  

A la alegría de descubrirlo se une el lamento por mi pobreza cultural. Pero como soy de naturaleza optimista hago míos los refranes de que “nunca es tarde cuando la dicha es buena” y “más vale tarde que nunca” y que “no hay mal que por bien no venga”,  que si entonces lo hubiera conocido, no tendría hoy la alegría de descubrirlo. (Y excúseme vuesa mercé, mi señor don Quijote que tan poco gusta de refranes.)

Y vamos a la materia.

Ana Karenina no es solamente lo que aparenta, una novela realista de amor y celos. Es un estudio genial del alma humana, una crítica mordaz de la alta sociedad rusa del XIX y una exposición de los pensamientos políticos de la época

Ana, hermana de Stiva y cuñada de Dolly viene a Moscú desde la capital San Petersburgo, para mediar en la relación matrimonial que amenaza ruptura por la infidelidad de Stiva. Consigue el acuerdo, sin embargo, interfiere inconscientemente en la posible futura relación de Kitty, hermana pequeña de Dolly, enamorada del conde Vronsky. 

Este Vronsky se enamora perdidamente de Ana que está casada con Alexey Alejandrovich Karenin, veinte años mayor que ella. Vronsky la acosa y la enamora; tienen una hija. Ana abandona al marido y al hijo que tiene con él y comienza nueva vida de familia con Vronsky, pero es rechazada por la sociedad rusa por vivir en concubinato. El amor de ambos es grande pero los celos y la inseguridad de Ana la llevan a la locura y al suicidio.

En paralelo vivimos la vida de Constantino Levin, amigo de la adolescencia de Stiva, enamorado de la cuñada pequeña de éste Kitty, con la que se casa felizmente y tiene familia.

León Tolstoi es generoso con los lectores, explica detalladamente cada uno de los estados de ánimo de sus personajes, permitiendo que los comprendamos, los aceptemos y hasta los amemos. 
Nos sumerge en la vida de los campesinos rusos del XIX, asistimos a las discusiones políticas del momento, observamos cómo se va fraguando el movimiento comunista... Y somos testigos de la moral social, hipócrita y falsa.

El contrapunto honesto, honrado y auténtico es Constantino, Kostia  Levin, hombre íntegro y virtuoso, justo e inquieto por conocer el sentido de la vida humana, intentando comprender racionalmente a través de la ciencia y la filosofía lo que la razón jamás podrá demostrar, llegando con total e íntima seguridad a la verdad revelada a profetas, religiosos, filósofos, pensadores, campesinos iletrados y a todo el mundo de cualquier nivel cultural, de todas las religiones y todas las razas:

-No sé si esto es fe o no es fe. No sé lo que es. Pero sí sé que este sentimiento, de un modo imperceptible, ha penetrado en mi alma con el sufrimiento y ha arraigado en ella firmemente. 
-Me sentiré irritado como antes contra Iván, el cochero, seguiré discutiendo lo mismo, expresaré inadecuadamente mis pensamientos, continuará levantándose un muro entre el santuario de mi alma y los demás, incluso entre mi espíritu y el de mi mujer. Seguiré culpándola de mis sobresaltos para luego arrepentirme de ello; mi razón no comprenderá por qué rezo y sin embargo seguiré rezando... Todo como antes... 
 Pero a partir de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy dueño de infundir en ella.”

LEON TOLSTOI

He leído en algún sitio que el personaje de Levin es autobiográfico, que es el propio LeónTolstoi, enamorado de la vida en el campo en busca de la verdad.

Hay que leer Ana Karenina, conocer la obra de la misma manera que hay que conocer el mar y la montaña, porque es imprescindible saber del mundo y de sus gentes en la vida que vivimos.
León Tolstoi le dio forma literaria y espiritual a su tiempo.


NOTAS


FRASES GENIALES
–Nadie está contento con lo que tiene y, no obstante, todos están satisfechos de su inteligencia

-A la condesa Lidia Ivanovna la habían casado con un hombre rico, noble, más bueno que noble y más libertino que bueno.

-Si buscas la perfección nunca estarás contento.

-¿Qué culpa tiene ella? Ella quiere vivir. Dios nos ha impreso este deseo en el alma. Es muy posible que yo hubiese hecho lo mismo.

-Las mujeres con sombra terminan mal generalmente.

-Cuando se ama a una persona se la ama tal como es, aunque no sea como uno quisiera que fuese.

-Toda la diversidad, la hermosura, el encanto de la vida, se componen de luces y sombras.

-Antes de nuestra relación íbamos al encuentro el uno del otro, pero ahora avanzamos inevitablemente en direcciones opuestas.

-Si hay tantas opiniones como cabezas, debe haber también tantas clases de amor como corazones. 
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-La mujer, amigo mío, es un ser que por más que lo estudies te resulta siempre nuevo. 
–Entonces vale más no estudiarlo. 
–¡No! Un matemático ha dicho que el placer no está en descubrir la verdad, sino en el esfuerzo de buscarla.
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-No sólo existe el orgullo de la inteligencia, sino la estupidez de la inteligencia. 
Pero lo peor es la malicia... eso, la malicia del espíritu, la truhanería del espíritu.”

ORIGEN DE ANA KARENINA
Empezaré por el principio. Estás casada con un hombre veinte años mayor que tú. Te casaste sin amor, sin conocer el amor. Supongamos que ésa fue tu equivocación. 
–¡Y una terrible equivocación! ––dijo Ana. 
–Pero eso, repito, es un hecho consumado. Luego has tenido la desgracia de no querer a tu marido. Es una desgracia, pero un hecho consumado también. Tu marido, reconociéndolo, te ha perdonado...
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–Bromas aparte, creo que, para conocer bien el amor, hay que equivocarse primero y corregir después la equivocación
–¿Incluso después del matrimonio?
–Nunca es tarde para arrepentirse
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–Ana ha hecho lo que todas, excepto yo. Ahora, que otras lo hacen y lo ocultan; y ella no ha querido engañar a nadie, en lo que ha hecho muy bien. Y aún hizo mejor separándose de su marido, de ese estúpido Alexey Alejandrovich.
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Como sucede a menudo a las mujeres, aun a las completamente honradas y a las más virtuosas, cansadas de la vida normal, Dolly, no solamente perdonaba el amor culpable sino que hasta lo envidiaba.

CUESTIÓN ECONOMICO-SOCIAL
«Sí», pensaba, «debí decirle: Usted afirma que nuestras propiedades van mal porque el aldeano odia todos los perfeccionamientos, y en eso tiene razón. Pero el asunto va bien donde el aldeano obra según sus costumbres, como en la casa del viejo que vive a la mitad del camino. 
Nuestro descontento de las cosas demuestra que los culpables somos nosotros y no los trabajadores. Ya hace tiempo que obramos al modo europeo sin considerar las cualidades de la mano de obra. 
Probemos a reconocer la fuerza obrera no como una fuerza ideal de trabajadores, sino como un conjunto de aldeanos rusos, con sus instintos propios, y organicemos la explotación de nuestras propiedades con arreglo a ello. Imagine usted –debí decirle– que usted llevara su propiedad como el viejo del camino, y que hubiera sabido interesar en el éxito de la labor a los trabajadores y que hubiese aplicado el sistema de trabajo que ellos admiten. Entonces obtendría usted, sin agotar la tierra, dos o tres veces más que ahora. Divídalo en dos, dé la mitad a los obreros y usted recibirá más y la mano de obra también. Para ello hay que disminuir el nivel de ganancias a interesar a los obreros en el éxito. El cómo es cuestión de detalles, pero indudablemente esto es posible»
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Había decidido cambiar radicalmente el modo de dirigir su propiedad.
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Otra dificultad consistía en la invencible desconfianza de los aldeanos, que no podían creer que el propietario persiguiese otro objeto sino sacarles lo más posible. Estaban seguros de que su verdadero fin lo callaba y que sólo les decía lo que mejor convenía a sus planes.
Lo mismo vio en los libros socialistas: o eran hermosas e irrealizables fantasías, que ya le sedujeran de estudiante, o simples arreglos y reparaciones del estado de cosas que existía en Europa con el que la cuestión agraria rusa nada tenía de común.
–Ya sabes que el capital oprime al trabajador. Los obreros y campesinos llevan todo el peso del trabajo y no logran salir, por mucho que se esfuercen, de su situación de bestias de carga. Todas las ganancias, todo aquello con que pudieran mejorar su estado, descansar a instruirse, lo devoran los dividendos de los capitalistas. La sociedad está organizada de tal modo que, cuanto más trabaja el obrero, más ganan los comerciantes y los propietarios, y el proletario sigue siendo siempre una bestia de carga.

 Es preciso cambiar este orden de cosas –

... –Así vamos a formar una cooperativa de cerrajeros en la que la producción y las ganancias, y, sobre todo, las herramientas, que es lo esencial, sean comunes.

«¿No ha leído a Kauffman, Dubois y Michelet? Léalos; han resuelto ya la cuestión».

OBLONSKY.- Personaje típico de la administración rusa
–No, no me perdonará. ¡Y lo malo es que yo tengo la culpa de todo. La culpa es mía, y, sin embargo, no soy culpable.

Esteban Arkadievich era leal consigo mismo. No podía, pues, engañarse asegurándose que estaba arrepentido de lo que había hecho. De lo que se arrepentía era de no haber sabido ocultar mejor el caso a su esposa.

Era preciso, pues, buscar el olvido en el sueño de la vida.

Aunque no le interesaban el arte, la política ni la ciencia, Esteban Arkadievich profesaba firmemente las opiniones sustentadas por la mayoría y por su periódico. Sólo cambiaba de ideas cuando éstos variaban o, dicho con más exactitud, no las cambiaba nunca, sino que se modificaban por sí solas en él sin que ni él mismo se diese cuenta.

Como vivía en sociedad y se hallaba en esa edad en que ya se necesita tener opiniones, acogía las ajenas que le convenían. Si optó por el liberalismo y no por el conservadurismo, que también tenía muchos partidarios entre la gente, no fue por convicción íntima, sino porque el liberalismo cuadraba mejor con su género de vida.

Así, para obtener un buen puesto, Oblonsky no necesitó esforzarse mucho. Le bastó no contradecir, no envidiar, no disputar, no enojarse, todo lo cual le era fácil gracias a la bondad innata de su carácter.

En los tres años que llevaba ejerciendo su cargo en Moscú, Esteban Arkadievich había conseguido, no sólo atraerse el afecto, sino el respeto de compañeros, subordinados, jefes y de cuantos le trataban. Las principales cualidades que le hacían ser respetado en su oficina eran, ante todo, su indulgencia con los demás –basadas en el reconocimiento de sus propios defectos– y, después, su sincero liberalismo. No aquel liberalismo de que hablaban los periódicos, sino un liberalismo que llevaba en la sangre, y que le hacía tratar siempre del mismo modo a todos, sin distinción de posiciones y jerarquías, y finalmente –y era ésta la cualidad principal– la perfecta indiferencia que le inspiraba su cargo, lo que le permitía no entusiasmarse demasiado con él ni cometer errores.

POLITICA FEMINISTA y EDUCACIÓN DEL XIX
El Gobierno probablemente se guía por la opinión general, siendo indiferente a la eficacia de las medidas que adopta. Así, por ejemplo, la cuestión de la instrucción femenina suele ser considerada como perjudicial y, sin embargo, el Gobierno abre escuelas y universidades para la mujer.

Es un círculo vicioso. La mujer no tiene derechos por la insuficiencia de su instrucción, y su insuficiencia de instrucción procede de su falta de derechos. No olvidemos que la esclavitud de la mujer es algo tan arraigado y antiguo que a menudo no queremos comprender el abismo que nos separa de ellas.
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Nosotros somos así. Yo le menciono la economía política y usted dice que eso es peor. Le hablo de socialismo y me contesta que es peor. Le hablo de la educación y me dice que es peor.
–¿De qué pueden servir las escuelas?
–Las escuelas despertarán en el pueblo nuevas necesidades.

SENTIMIENTO DE AMOR
Toda la noche y aquella mañana las había pasado Levin en estado de inconsciencia, sintiéndose fuera de las condiciones de la existencia material. No comió en todo el día, llevaba dos noches sin dormir, había pasado varias horas medio desnudo al aire frío, y, sin embargo, no sólo se sentía fresco y fuerte, sino completamente desligado de su cuerpo. Se movía sin esfuerzo muscular y tenía la sensación de que lo podía todo. 
Estaba seguro de que, de necesitarlo, habría conseguido volar o mover los muros de una casa.

LA MUERTE
Cuantos le rodeaban lo sentían y, en su presencia, se constreñían inconscientemente en sus ademanes y conversaciones y en la expresión de sus deseos. La vida del enfermo les unía en un mismo sentimiento de que sufrían y en el deseo de librarse de aquel sufrimiento. 
En él se cumplía evidentemente esa transformación que lleva a mirar la muerte como la satisfacción de los deseos, como una felicidad

RELACIÓN DE PAREJA
Ana recordó las palabras que le habían proporcionado el triunfo sobre él («estoy al borde de una gran desgracia, y siento miedo de mí misma»), mas comprendió que este recurso era peligroso, quizá contraproducente, y desistió de emplearlo otra vez. 
Ana percibía claramente en ambos, a la par de su amor, otro sentimiento antagónico formado por recelos y dudas en ella y ansias de libertad y voluntad de dominio por parte de él; y desesperó de poder dominar en ella aquel sentimiento, y sabía que tampoco él lo podría dominar.
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No hay situación a la que el hombre no se acostumbre, especialmente si todos los que le rodean la soportan como él.

DOS PAREJAS (Ana y Vronsky  - Levin y Kitty)

Y Vronsky procuraba recordarla tal como era cuando la encontró por primera vez, también en la estación, misteriosa, espléndida, enamorada, buscando y procurando felicidad, no ferozmente vengativa como la recordaba en el último momento.
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(Kitty)  -Debe de haber ido a visitar las colmenas. Aunque me entristece que se vaya con tanta frecuencia, no me parece mal, puesto que le distrae. Está más animado y mejor que en primavera. ¡Se le veía tan concentrado en sí mismo, sufría tanto! Me daba miedo, temía por él... ¡Qué tonto es!» pensó riendo.
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(Levin) Tenía también que atender a las necesidades de su mujer y de su hijo y pasar algún rato con ellos, cosa que, por otra parte, no requería de él esfuerzo alguno, ya que cada día le costaba más pasar mucho tiempo alejado de aquellos seres queridos.

SENTIDO DE LA VIDA
-No puedo vivir sin saber lo que soy y por qué estoy aquí. Y puesto que no puedo saberlo, no puedo vivir, se decía.
- En el tiempo infinito, en la infinidad de la materia, en el infinito espacio, una burbuja se desprende de un organismo, dura algún tiempo y luego estalla. Y esa burbuja humana soy yo ..
Hay que vivir, no para nuestras propias necesidades, sino para Dios. Pero, ¿para qué Dios? ¿Es posible decir una cosa más privada de sentido común? Feódor ha dicho que hay que vivir, no sólo para nuestras propias necesidades, esto es, para lo que comprendemos, lo que nos atrae y deseamos, sino para algo incomprensible, para ese Dios al cual nadie puede comprender ni definir... ¿Qué es esto? ¿Acaso no habré comprendido las palabras sin sentido de Feódor? Y si no he comprendido lo que decía, ¿he dudado por ventura de que fuese justo? ¿Lo he encontrado necio, impreciso y vago? 
-No; lo he comprendido por completo, tal como él lo comprende. Lo he comprendido tan bien y tan claramente como lo que mejor pueda comprender en la vida, y jamás en mi existencia he dudado de ello ni puedo dudar. Y, no sólo yo, sino todos lo comprenden perfectamente; no dudan de ello y todos están de acuerdo en aceptarlo. 
-¡Y yo que buscaba, deplorando no ver un milagro! Un milagro material me habría convencido. 
¡Y, no obstante, el único milagro posible, el que existe siempre y nos rodea por todas partes, no lo observaba, no lo veía! 
-Feódor dice que el guarda Kirilov vive sólo para su vientre. Eso es claro y comprensible. Todos nosotros, como seres racionales, no podemos vivir de otro modo sino para el vientre. Y de pronto Feódor dice que no se debe vivir para el vientre y que se debe vivir para la verdad y para Dios, y yo, con una sola palabra, le comprendo. 
Y yo, y millones de seres que vivieron siglos antes y viven ahora, sabios, labriegos y pobres de espíritu –los sabios que han escrito sobre esto, lo dicen en forma incomprensible– coinciden en lo mismo: en cuál es el fin de la vida y qué es el bien. Sólo tengo, común con todos los hombres, un conocimiento firme y claro que no puede ser explicado por la razón, que está fuera de la razón y no tiene
Si el bien tiene una causa, ya no es bien y si tiene consecuencias (recompensa) tampoco lo es. De modo que el bien está fuera del encadenamiento de causas y efectos. »Y conozco el bien y lo conocemos todos. »¿Puede haber milagro mayor?
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Y ahora veía claramente que sólo podía vivir merced a las creencias en que fuera educado. 
¿Qué habría sido de mí y cómo habría vivido de no tener esas creencias si no supiese que hay que vivir para Dios y no sólo para mis necesidades? 
 Hubiese robado, matado, mentido. Nada de lo que constituyen las mayores alegrías de mi vida habría existido para mí.»
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 Buscaba contestación a mi pregunta. El pensamiento no podía contestarla, porque elpensamiento no puede medirse con la magnitud de la interrogación. La respuesta me la dio la misma vida con el conocimiento de lo que es el bien y lo que es el mal. 
Y ese saber no me ha sido proporcionado por nada; me ha sido dado a la vez que a los demás, puesto que no pude encontrarlo en ninguna parte. 
¿Dónde lo he recogido? ¿He llegado por el razonamiento a la conclusión de que hay que amar al prójimo y no causarle daño?
 Me lo dijeron en mi infancia y lo creí, feliz al confirmarme los demás lo que yo sentía en mi alma. ¿Y quién me lo descubrió? 
No lo descubrió la razón. La razón ha descubierto la lucha por la vida y la necesidad de aplastar a cuantos me estorban la satisfacción de mis necesidades. 
Tal es la deducción de la razón. La razón no ha descubierto que se amase al prójimo, porque eso no es razonable.
-No sé si esto es fe o no es fe. No sé lo que es. Pero sí sé que este sentimiento, de un modo imperceptible, ha penetrado en mi alma con el sufrimiento y ha arraigado en ella firmemente. 
-Me sentiré irritado como antes contra Iván, el cochero, seguiré discutiendo lo mismo, expresaré inadecuadamente mis pensamientos, continuará levantándose un muro entre el santuario de mi alma y los demás, incluso entre mi espíritu y el de mi mujer. Seguiré culpándola de mis sobresaltos para luego arrepentirme de ello; mi razón no comprenderá por qué rezo y sin embargo seguiré rezando... Todo como antes... 

 Pero a partir de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy dueño de infundir en ella.
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domingo, 26 de febrero de 2017

EL LAZARILLO DE TORMES



EL LAZARILLO DE TORMES.PDF

Lázaro de Tormes, pregonero toledano, trata 
de explicar   en una carta “el caso”  que algún personaje importante le pide que explique :Y pues V.M. escribe se le escriba y relate el caso por muy extenso, parecióme no tomalle por el medio, sino por el principio, porque se tenga entera noticia de mi persona, ...”
Y siendo el librito corto, larga es la carta y cumple con la entera noticia de su persona desde el momento de su nacimiento en un molino en medio del río Tormes en Salamanca, su infancia paupérrima y su juventud miserable, hasta llegar a la mezquina prosperidad como pregonero en la ciudad de Toledo, triste oficio pero bien pagado. 

Siendo ya funcionario real, fíjase en él el arcipreste de Sant Salvador y lo casa con una su criada proporcionándoles, el tal párroco, una casa al lado de la suya, comida y ropa... Lázaro conoce por fin la vida tranquila y plácida, aunque malas lenguas van diciendo no sé qué y sí que sé. 

Aquí el caso que nuestro Lázaro debe relatar pues ha causado “alarma social”. Caso bochornoso e infame de tríos consentidos entre clérigo, criada y marido, gravemente penado por la ley de la época. (¡Por Dios, a dónde iremos a parar!)

Sencillas, sabias y  divertidas son las palabras que el pregonero de Toledo utiliza para relatar el caso y hacernos comprender, a  “Vuestra Merced” y a los lectores, que la decisión que tomó es la más acertada, la más justa y la más beneficiosa para él, para su mujer, para el cura de Sant Salvador y para todos los que ahondemos en él, pues nuestro conocimiento y virtud se verán agrandados con mucho agrado.
Aunque el cornudo es el postrero que se entera, cuando las maledicencias llegaron a oídos del marido, Lázaro prudentemente preguntó a su mujer delante del clérigo y ésta juró, perjuró y lo maldijo tanto, que el pobre se arrepintió de haber dudado de ella; mientras que el arcipreste le aconsejó con inteligentes palabras: ““Lázaro de Tormes, quien ha de mirar a dichos de malas lenguas, nunca medrará. Digo esto porque no me maravillaría alguno, viendo entrar en mi casa a tu mujer y salir della. Ella entra muy a tu honra y suya, y esto te lo prometo. Por tanto, no mires a lo que pueden decir, sino a lo que te toca, digo a tu provecho.”

Así quedó zanjada la cuestión quedando en libertad la dama para entrar y salir de casa del cura a cualquier hora del día o de la noche, pues Lázaro quedó bien seguro de su bondad y los tres quedaron conformes. Desde entonces Lázaro no consiente que nadie hable mal de su mujer porque es la cosa que más quiere en el mundo y la ama más que a sí mismo.

Claro que estas acertadas decisiones no están al alcance de cualquier persona aunque haya estudiado en prestigiosas universidades, solo los que han padecido privaciones y han tenido la fortuna de conocer los maestros con los que Lázaro vivió, pueden llegar a tan expertas conclusiones.
Para llegar a ese doctorado, Lázaro hubo de criarse niño huérfano de padre con madre amancebada con criado negro y hermanastro negrito, a quien le daba miedo ver a su padre negro entre todos los blancos,  no viéndose a sí mismo negro.
Cuando ya mozuelo capaz de hacer recados, su madre se lo entrega como guía a un ciego, quien a base de calabazadas, jarrazos y tolondrones le hace un punto más sabio que el diablo. Cuenta Lázaro que le dijo el ciego: ““Yo oro ni plata no te lo puedo dar, mas avisos para vivir muchos te mostraré.”


Y él agradecido comenta: “Y fue ansi, que después de Dios, éste me dio la vida, y siendo ciego me alumbró y adestró en la carrera de vivir. Huelgo de contar a V.M. estas niñerías para mostrar cuanta virtud sea saber los hombres subir siendo bajos, y dejarse bajar siendo altos, cuánto vicio.”

Habiendo aprendido todo lo que el ciego le podía enseñar y cansado de tantos palos, lo abandona en un día de lluvia, herido y en el suelo embarrado,  después de haberle hecho dar un gran salto estrellándose contra una columna, como venganza por las palizas recibidas. “¿Cómo, y olistes la longaniza y no el poste? ¡Ole!¡Ole! -le dije yo. 

Y dejéle en poder de mucha gente que lo había ido a socorrer, y tomé la puerta de la villa en los pies de un trote, y antes que la noche viniese di conmigo en Torrijos. No supe más lo que Dios dél hizo, ni curé de lo saber.”
 
Escapa del trueno y cae en el relámpago con su nuevo amo. Si el ciego era avaro, el clérigo al que sirve por seis meses es la idea en estado puro de la avaricia; si con aquel hubo de usar ingenio para matar el hambre, con éste debe llegar a la maestría para que el hambre no le mate. Una cebolla para cuatro días y el repaso de los huesos de cabeza de carnero, bien roídos, los sábados, era todo su alimento, mientras el capellán le animaba: “Toma, come, triunfa, que para ti es el mundo. Mejor vida tienes que el Papa.”

Con imaginación consigue hurtarle algo de pan que el avaro guardaba bajo llave; descubierto y golpeado lo expulsa de su casa diciéndole: “Lázaro, de hoy mas eres tuyo y no mío. Busca amo y vete con Dios, que yo no quiero en mi compañía tan diligente servidor. No es posible sino que hayas sido mozo de ciego.” 

Y santiguándose de mí como si yo estuviera endemoniado, tornase a meter en casa y cierra su puerta.”



Fortuna adversa la de Lázaro de Tormes, quien llegando Toledo viene a hacerse criado de un escudero venido a nada, al cual, movido de caridad y misericordia, tiene que alimentar con el fruto de la mendicidad; en pago recibe el conocimiento de la bondad que en sí encierra la virtud de la abstinencia y del ayuno: “Vivirás más y más sano -me respondió-, porque como decíamos hoy, no hay tal cosa en el mundo para vivir mucho que comer poco.”

Lázaro demuestra su buen corazón al querer bien al pobre escudero porque comprende que el que nada tiene, nada puede dar; así que Lázaro compasivo porque su amo comiera, quedaba él sin comer.

En la suerte de este escudero vemos modos, costumbres, vicios y virtudes de la nobleza baja de la España imperial de Carlos V
(NOBLE VENIDO A MENOS)

Acaba su relación con la huída del escudero cuando vienen a cobrarle el alquiler de casa y cama. “Así, como he contado, me dejó mi pobre tercero amo, do acabé de conocer mi ruin dicha, pues, señalándose todo lo que podría contra mí, hacía mis negocios tan al revés, que los amos, que suelen ser dejados de los mozos, en mí no fuese ansí, mas que mi amo me dejase y huyese de mí.”

Ocho días estuvo con un fraile mercedario, trotacaminos y amigo de seglares ; se fue luego a servir a otro fraile buldero, o sea de los que recorrían los pueblos vendiendo bulas papales que concedían indulgencias y perdones. Gran actor, artificioso y embaucador, comerciante de milagros aparentes. Cuatro meses sirvió al falso profeta.
Púsose luego al servicio de un buhonero que vendía las panderetas que pintaba.

Dejando ya de ser niño, otro capellán lo toma por criado y le entrega un asno, cuatro cántaros y un azote y le pone a vender agua por la ciudad. Gran momento que le cambia la vida a Lázaro pues con los dineros que logra ahorrar en cuatro años se puede vestir honradamente de ropa vieja y mercar una espada de Cuéllar.

Viéndose vestido de hombre de bien, abandona el negocio del borrico y el agua y asienta como hombre de justicia con un alguacil, mas viendo los peligros que corría y los palos que a su amo le dieron, renegó del empleo y ayudado de amigos y señores viene a verse en el oficio real de pregonero toledano con el que piensa mejorar su vida sabiendo que el que quiera medrar, iglesia, mar u oficio real.
Acercándose a los buenos, por ser uno de ellos, acepta casarse con la criada del arcipreste arriba mencionado llegando de esta manera “su prosperidad y a la cumbre de toda buena fortuna”

Y hasta el día de hoy, nunca nadie nos oyó sobre el caso; antes, cuando alguno siento que quiere decir algo della, le atajo y le digo: 

“Mira: si sois amigo, no me digáis cosa con que me pese, que no tengo por mi amigo al que me hace pesar; mayormente si me quieren meter mal con mi mujer, que es la cosa del mundo que yo mas quiero, y la amo más que a mí. Y me hace Dios con ella mil mercedes y más bien que yo merezco; que yo juraré sobre la hostia consagrada que es tan buena mujer como vive dentro de las puertas de Toledo. Quien otra cosa me dijere, yo me mataré con él.”

Y así que no habiendo daño de nadie, no hay caso, sólo virtud.  De todos es conocido que los mansos de espíritu, como Lázaro, poseerán la tierra,  la generosidad del cura  será recompensada con el ciento por uno y que por el amor que la mujer derrocha, será premiada tanto en la tierra como en el cielo.
Solo la envidia de los murmuradores pretendía empañar la dignidad del buen Lázaro de Tormes, que bien supo tener la virtud de subir siendo bajo

ADEMÁS:
Si todas las villas y lugares de la Macha contienden por ahijarse a don Quijote, son innumerables los escritores a los que se pretende otorgar la autoría del Lazarillo de Tormes, siendo que el autor es el mismo Lázaro González Pérez, hijo de Tomé González y Antona Pérez conocido por Lázaro de Tormes, pues es él quien en esta larga carta cuenta su historia en primera persona. Él es el autor y no ese tal Anónimo con que los editores firman el libro, así como Cide Hamete Benengeli es el autor del Quijote y no el tal Miguel de Cervantes, como todo el mundo asegura.
¡A cada uno lo suyo, señor! 

                                                   José F. Álvarez

domingo, 29 de enero de 2017

WILLIAN WILSON - Edgar Allan Poe

"...de haber sido hermanos, hubiéramos sido gemelos"


COMENTARIO 
El relato en primera persona bien se asemeja una confesión del propio autor que oculta su nombre en el de Willian Wilson. Varios datos del cuento coinciden con los reales del escritor. Poe nació el 19 de enero al igual que Wilson, ambos estudiaron cinco años en un brumoso colegio de Inglaterra y si Wilson fue Oxford, a la universidad más disoluta de Europa, Allan Poe estuvo en la de Virginia, la más libertina de Norteamérica. Los dos se dejaron arrastrar por el alcohol, el juego y otras seducciones todavía más peligrosas. Y si Willian Wilson próximo a morir se pregunta: “Entre tus esperanzas y el cielo, ¿no aparece suspendida para siempre una densa, lúgubre, ilimitada nube?” , Allan Poe se preguntará diez años más tarde, 1849, a la hora de su muerte “¿...hay esperanza para un miserable como yo?”

A Edgard Allan Poe y a su obra les esperaban, en el terreno humano, la gloria de la inmortalidad.


La influencia de Poe en Oscar Wilde es innegable. El desdoblamiento de Willian Wilson y el de Dorian Gray, el espejo de Wilson y el retrato de Gray, la vida licenciosa de ambos y sus conciencias separadas, las estocadas a su doble en Willian Wilson y el apuñalamiento del cuadro en Dorian Gray y como ambos al terminar con su conciencia terminan con su vida.
A pesar de esas coincidencias no creo que se pueda hablar de copia o de plagio en absoluto porque las historias de sus protagonistas van por sendas diferentes en su vida y en su estilo literario. Si el mundo literario de Willian Wilson es un tanto barroco o complicado, el de Dorian Gray es abierto, sencillo y predecible, menos su final, posiblemente.
Bienvenida esa inflencia que nos dejó tan grata novela.

Las dos narraciones son únicas e insuperables.


RESUMEN Y NOTAS
“—Has vencido, y me entrego. Pero también tú estás muerto desde ahora... muerto para el mundo, para el cielo y para la esperanza. ¡En mí existías... y al matarme, ve en esta imagen, que es la tuya, cómo te has asesinado a ti mismo!”
“Venciendo, pierdes, porque yo soy tú. Yo soy más tú, que tú mismo. Yo soy tu esencia eterna”

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La historia la cuenta el narrador en primera persona ocultando su verdadero nombre, se hace llamar Willian Wilson; hallándose próximo a la muerte, anhela la piedad de sus semejantes, por eso explica la imposibilidad de escapar a los vicios y bajezas en las que él había caído. “Me gustaría que creyeran que, en cierta medida, fui esclavo de circunstancias que excedían el dominio humano”.
En su infancia ya es presa de caprichos y de vicios, que sus padres, débiles de carácter, no puede encauzar ni educar y explica que:Por lo regular, los hombres van cayendo gradualmente en la bajeza. En mi caso, la virtud se desprendió bruscamente de mí como si fuera un manto.”

Después de este preámbulo sigue la historia de forma cronológica.

Pasa cinco años en un colegio inglés convertido en cabecilla de sus compañeros gracias a la fuerza e ímpetu de su naturaleza. Solo un niño compite en conocimientos, fuerza y liderazgo con él. Un niño que curiosamente se llama exactamente como él, Wiliam Wilson, que ingresa el mismo día que él en el colegio, que nació el mismo día: 19 de enero de 1813, que viste exactamente como él y como él tiene los mismos gestos, solo se le diferencia en que su oponente habla en susurros.
La relación con su tocayo es de enfrentamiento continuo, aunque su doble no pretende nunca la victoria “Es cierto que casi diariamente teníamos una querella, al fin de la cual, me cedía públicamente la palma de la victoria.”
En esta época todavía tenía algo de estima y respeto, mezclado con el miedo, el odio y la curiosidad hacia el otro Wilson y reconoce que, Wilson y yo éramos compañeros inseparables.”

Tiene también un sentimiento lejano y nebuloso de que en algún tiempo pasado había habido un vínculo con él y más tarde aceptará que “...yo habría llegado a ser un hombre mejor y más feliz si hubiera rechazado con menos frecuencia aquellos consejos encerrados en susurros, y que en aquel entonces odiaba y despreciaba amargamente.”

Huye del colegio el mismo día que descubre que Wilson tiene su misma cara, enterándose más tarde que también William Wilson abandonó el colegio el mismo día que él.
Después de algunos meses dedicados a la nada, entra en el colegio de Eaton donde permanece tres años fortaleciendo admirablemente su cuerpo, arraigando sus vicios y despreciando la educación.

Una noche de orgía de vino y “otras seducciones todavía más peligrosas” estando en el delirio de la embriaguez le anunciaron que alguien le esperaba en el vestíbulo. Wiliam Wilson, de nuevo, vestido con las mismas ropas que el narrador le esperaba: “Al verme, vino precipitadamente a mi encuentro y, tomándome del brazo con un gesto de petulante impaciencia, murmuró en mi oído estas palabras:

—¡William Wilson! 

Mi embriaguez se disipó instantáneamente...”

Ingresa en Oxford, la “Universidad, la más disoluta de Europa”. Hace profesión de sus vicios, engañando a todos sus compañeros: “¿Quién, entre mis más depravados camaradas, no hubiera dudado del testimonio de sus sentidos antes de sospechar culpable de semejantes actos al alegre, al franco, al generoso William Wilson, el más noble y liberal compañero de Oxford, cuyas locuras, al decir de sus parásitos, no eran más que locuras de la juventud y la fantasía, cuyos errores sólo eran caprichos inimitables, cuyos vicios más negros no pasaban de ligeras y atrevidas extravagancias?” 

Después de tender las redes a un rico estudiante y dejarle en la miseria con las artes de un tahúr, una sombra de duda se manifiesta en su conciencia:” Difícil es decir ahora cuál hubiera sido mi conducta en ese momento. La lamentable condición de mi adversario creaba una atmósfera de penoso embarazo...”. aparece nuevamente en escena en la confusa luz de la madrugada, Willian Wilson, para desenmascarar públicamente sus trampas:”Señores, no me excusaré por mi conducta, ya que al obrar así no hago más que cumplir con un deber. Sin duda ignoran ustedes quién es la persona que acaba de ganar una gran suma de dinero a Lord Glendinning. He de proponerles, por tanto, una manera tan expeditiva como concluyente de cerciorarse al respecto: bastará con que examinen el forro de su puño izquierdo y los pequeños paquetes que encontrarán en los bolsillos de su bata bordada.”

Deshonrado y despreciado abandona Oxford, pero Willian Wilson no le abandona a él; le seguirá a París, Viena, Roma, Moscú... La huída no era posible. “Una y otra vez, en la más secreta intimidad de mi espíritu, me formulé las preguntas: ¿Quién es? ¿De dónde viene? ¿Qué quiere? Pero las respuestas no llegaban.” 

Nuevamente en Roma, cuando pretendía seducir a la joven y bella esposa de su anciano anfitrión, siente en sus hombros la mano de Willian Wilson y en sus oídos el odiado susurro. Embriagado de alcohol y cargado de ira lo arrastra a otro salón retándolo a duelo de espada. “En pocos segundos lo fui llevando arrolladoramente hasta acorralarlo contra una pared, y allí, teniéndolo a mi merced, le hundí varias veces la espada en el pecho con brutal ferocidad.” Mirando a Wilson agonizante se ve a sí mismo reflejado en un espejo. “Era Wilson. Pero ya no hablaba con un susurro, y hubiera podido creer que era yo mismo el que hablaba cuando dijo:

 —Has vencido, y me entrego. Pero también tú estás muerto desde ahora... muerto para el mundo, para el cielo y para la esperanza. ¡En mí existías... y al matarme, ve en esta imagen, que es la tuya, cómo te has asesinado a ti mismo!”
                                                                                             IR AL ÍNDICE

jueves, 26 de enero de 2017

EDGAR ALLAN POE.


Edgar Poe nace el 19 de Enero de 1809, en Boston. Estados Unidos, hijo de actores de una pequeña compañía de teatro ambulante; su padre, David Poe, abandonó a su familia poco antes de nacer Rosalie, la hermana pequeña en 1810. Su madre, Elisabeth, enferma de tuberculosis siguió trabajando para mantener a sus hijos y murió un año más tarde, cuando el pequeño Edgar tenía tres años.
A su hermano mayor Wilian Henry, dos años mayor que Edgar lo había encomendado a unos parientes y los dos pequeños fueron recogidos por dos señoras caritativas de Richmond.  
Frances Allan, mujer de gran bondad y hermosura que acoge al pequeño lo tratará siempre como al hijo que no tuvo, pero nuca será adoptado legalmente, pues su marido, John Allan, se niega a la adopción, sin embargo lo educa y lo protege con cariño. Para mal de ambos, y sobre todo de Edgar Poe, sus caracteres divergen y tienen, a partir de la adolescencia muchas y graves discusiones.
A la edad de seis años, John Allan y su mujer Frances viajan con él a Escocia e Inglaterra donde permanecerán por cinco años, allí se hace un muchacho ágil y espabilado. Vuelve con once años y con carácter fortalecido. A esta edad comienza a escribir secretamente sus primeros versos.
Con quince años siente un amor platónico e idealizado por Helen Stanard, joven madre de uno de sus compañeros a cuya casa acudía a jugar. Le compone un verso  (1) y ella, agradecida, lo introduce en el mundo de la pasión adulta. Su amor clandestino duró toda la vida de Helen, quien murió en 1824 con treinta y un años dejando al muchacho lleno de dolor y desconsuelo.
Por esta época descubre que John Allan tiene hijos naturales, e intuye que jamás será adoptado y crece su rebeldía ante la autoridad de John. Allan quiere hacer de Edgar un abogado o un comerciante y lo envía a la universidad de Virginia. El nuevo ambiente que se encuentra es de disipación en el juego, el alcohol y los duelos; el carácter rebelde y anárquico de Allan Poe encaja en este escenario y se endeuda alegremente. John Allan se niega a enviarle más dinero que lo indispensable para sus estudios. Mientras la salud de su protectora Frances Allan empeora, se agrava también la relación de John y Edgar. Allan Poe juega y pierde y bebe. Él es hipersensible al alcohol; un poquito le da lucidez y agilidad mental, con el segundo vaso sufre la borrachera más angustiosa de la que tardará días en reponerse.
 La relación entre ambos llega a la ruptura y para sobrevivir se ve obligado a engancharse en el ejército como soldado raso con el nombre de Edgar A. Perry.
Pasados dos años, había firmado por cinco su servicio en el ejército, escribió a John Allan solicitando que aceptase su baja al comprometerse a ingresar en la academia de West Point. John Allan aceptó y le envió un mensaje, “mamá” Frances Allan lo reclamaba a su lado en el momento de morir. Por desgracia le llegó demasiado tarde. No pudo ver su cadáver. Llorando en su tumba, “tan cerca de la de «Helen», tan cerca ambas en su corazón, no pudo resistir y cayó inanimado; los criados negros debieron llevarlo en brazos hasta el carruaje
Por estas fechas toma contacto con su verdadera familia iniciando una relación con su prima carnal por parte de padre, Virginia Clem, con la que se casaría teniendo ella trece años y él veinticinco.
John Allan se vuelve a casar y reconoce a sus hijos naturales; la ruptura con su protector es total, aunque todavía John Allan le ayudó económica e indirectamente en alguna ocasión
Aburrido de la vida en la academia militar, se hace expulsar para no incumplir el juramento. Vino una temporada de escribir mucho, ganar poco y beber más. Se siente deprimido y piensa en el suicidio.
Ayudado por un editor, se mantiene sobrio cierto tiempo y comienza a crecer su fama de escritor agudo y cáustico; el periódico multiplica por ocho su tirada gracias a Poe, sin embargo le expulsan por los efectos que en él hace, de nuevo, la bebida.
Marcha con los suyos a New York y comienza a trabajar por un sueldo de miseria como asesor en una revista de muy baja categoría que él consigue ponerla entre las primeras en tirada. Mejora su economía y sueña con tener su propia revista. Este es un período de creación literaria mu productivo.
En 1842 a Virginia, su joven esposa, se le declara la tuberculosis y él, deprimido de nuevo, vuelve a la bebida hundiéndose en sus terribles consecuencias.  Tiempos de pobreza, de miseria.
En 1844 publica El Camelo del Globo, en el New York Sun, en el que asegura que un globo inglés atravesó el Atlántico, (precursor de La guerra de los mundos de Orson Wells) causa una gran impresión en la gente y llena los vacíos bolsillos de Allan Poe. Coge una casa agradable en las afueras de New York, escribe con regularidad y sus obras se publican rápidamente. En invierno, de vuelta a New York, con una “promoción comercial” extraordinaria lanza la definitiva versión de El Cuervo. La fama diabólica y maldita del escritor, que él promueve, la magia y calidad del poema lo convierten en el exponente del romanticismo literario de Norte América. La agente lo admira; magnetiza al público con la cadencia y melodía de su voz y la expresión de sus grandes ojos negros.

El 1845 es el año de mayor gloria de Poe y también el inicio de su caída moral de forma vertiginosa

En 1847 muere Virginia, su mundo se enrarece por el dolor, el alcohol y el láudano. Tiene varias relaciones femeninas, muchos enemigos y abundantes querellas.

El 29 de septiembre de 1849 alguien lo recogió borracho en una taberna y lo ingresó en un hospital. En un momento de lucidez dicen que preguntó si había alguna esperanza, le dijeron que estaba grave y el rectificó: “No quiero decir eso. Quiero saber si hay esperanza para un miserable como yo.” Ocho días después, el siete de octubre de 1849 moría uno de los grandes maestros mundiales del relato corto.

“Que Dios ayude a mi pobre alma” fueron sus últimas palabras.
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1.- A Helen .-
«Helen, tu belleza es para mí como esas remotas
barcas niceas que, dulcemente, sobre un mar perfumado, traían al
cansado viajero errabundo de retorno a sus playas nativas»,
                                                                                                IR AL ÍNDICE

EL CUERVO. Edgar Allan Poe



Mira delante, mira detrás,
pregunta lo que tú quieras
la misma respuesta tendrás:
"Nunca más". "Nunca más"

....con la cabeza apoyada - Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar, -y ya no usará nunca más!.



-"¡Miserable! me dije -¡Bebe, bebe el dulce filtro,y a Leonor olvidarás!".
-Dijo el cuervo: "Nunca más".
"Never more"
-Cierta noche aciaga, cuando, con la mente cansada,
-meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral
-y asentía, adormecido, de pronto se oyó un rasguido,
-como si alguien muy suavemente llamara a mi portal.
-"Es un visitante -me dije-, que está llamando al portal;
-sólo eso y nada más."
-¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
-Cada chispa resplandeciente dejaba un rastro espectral.
-Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calma
-en mis libros, ni consuelo a la perdida abismal
-de aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar
-y aquí nadie nombrará.
-Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas
-me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal
-que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:
"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
-un tardío visitante esperando en mi portal. Sólo eso y nada más".
-Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:
-"Caballero -dije-, o señora, me tendréis que disculpar
-pues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguito
-y tan suave había sido vuestro golpe en mi portal
-que dudé de haberlo oído...", y abrí de golpe el portal:
-sólo sombras, nada más.
-La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,
-y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;
-pero en este silencio atroz, superior a toda voz,
-sólo se oyó la palabra "Leonor", que yo me atreví a susurrar...
-sí, susurré la palabra "Leonor" y un eco volviola a nombrar.
-Sólo eso y nada más.
-Aunque mi alma ardía por dentro regresé a mis aposentos
-pero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz.
-"Esta vez quien sea que llama ha llamado a mi ventana;
-veré pues de qué se trata, que misterio habrá detrás.
-Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.
-¡Es el viento y nada más!".
-Más cuando abrí la persiana se coló por la ventana,
-agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.
-Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,
-con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal,
-en un pálido busto de Palas que hay encima del umbral;
-fue, posose y nada más.
-Esta negra y torva ave tocó, con su aire grave,
-en sonriente extrañeza mi gris solemnidad.
-"Ese penacho rapado -le dije-, no te impide ser
-osado, viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;
-¿cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?"
-Dijo el cuervo: "Nunca más".
-Que una ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosa
-sorprendióme aunque el sentido fuera tan poco cabal,
-pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenido
-ocasión de ver posado tal pájaro en su portal.
-Ni ave ni bestia alguna en la estatua del portal
-que se llamara "Nunca más".
-Mas el cuervo, altivo, adusto, no pronunció desde el busto,
-como si en ello le fuera el alma, ni una sílaba más.
-No movió una sola pluma ni dijo palabra alguna
-hasta que al fin musité: "Vi a otros amigos volar;
-por la mañana él también, cual mis anhelos, volará".
-Dijo entonces:"Nunca más".
-Esta certera respuesta dejó mi alma traspuesta;
-"Sin duda - dije-, repite lo que ha podido acopiar
-del repertorio olvidado de algún amo desgraciado
-que en su caída redujo sus canciones a un refrán:
"Nunca, nunca más".
-Como el cuervo aún convertía en sonrisa mi porfía
-planté una silla mullida frente al ave y el portal;
-y hundido en el terciopelo me afané con recelo
-en descubrir que quería la funesta ave ancestral
-al repetir: "Nunca más".
-Esto, sentado, pensaba, aunque sin decir palabra
-al ave que ahora quemaba mi pecho con su mirar;
-eso y más cosas pensaba, con la cabeza apoyada
-sobre el cojín purpúreo que el candil hacía brillar.
- Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar,
-y ya no usará nunca más!.
-Luego el aire se hizo denso, como si ardiera un incienso
-mecido por serafines de leve andar musical.
-"¡Miserable! -me dije-. ¡Tu Dios estos ángeles dirige
-hacia ti con el filtro que a Leonor te hará olvidar!
-¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor olvidarás!".
-Dijo el cuervo: "Nunca más".
-"¡Profeta! -grité-, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
-¿Del Tentador enviado o acaso una Tempestad
-trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje,
-a esta morada espectral? ¡Más te imploro, dime ya,
-dime, te imploro, si existe algún bálsamo en Galad!"
-Dijo el cuervo: "Nunca más".
-"¡Profeta! -grité-, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
-Por el Dios que veneramos, por el manto celestial,
-dile a este desventurado si en el Edén lejano
-a Leonor , ahora entre ángeles, un día podré abrazar".
-Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
-"¡Diablo alado, no hables más!", dije, dando un paso atrás;
-¡Que la tromba te devuelva a la negrura abisal!
-¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu Ultraje
-quiero en mi portal! ¡Deja en paz mi soledad!
-¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!"
-Dijo el cuervo: "Nunca más".

-Y el impávido cuervo osado aun sigue, sigue posado,
-en el pálido busto de Palas que hay encima del portal;
-y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña
-cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;
-y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,
-no se alzará...¡nunca más


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