CRIMEN Y CASTIGO
RESUMEN
Cometido doble homicidio,
Raskonikov pasa por varios estados anímicos, desde la depresión más honda, al
desprecio a la humanidad, sufriendo en su interior los efectos del
terrible acto cometido y sin sentir el mínimo remordimiento. Cuando decide
acabar con esta angustia y entregarse a la justicia, el abrazo de una niña
agradecida le devuelve las ganas de vivir de manera luminosa, brillante, pero
cualquier detalle sin importancia se agiganta en el alma atormentada del
asesino, hasta ahogarlo de ansiedad.
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Es llamativo que Dostoyevsky, alférez del
ejército, sin estudios de psicología, llegue a conocer las profundidades del alma
humana y a describirlas de manera única
y magistral como lo hace en Crimen y Castigo .
CRIMEN Y CASTIGO. PDF
NOTAS
1.Lo más
indignante de este asunto no son los errores de esa gente: uno puede
equivocarse; las equivocaciones conducen a la verdad. Lo que me saca de mis
casillas es que, aún equivocándose, se creen infalibles.
2. …nosotros hace ya doscientos
años que hemos perdido el hábito de la actividad... Tenemos cierto amor
al bien, aunque este amor sea, confesémoslo, un tanto infantil. También
existe la honradez, aunque desde hace algún tiempo estemos plagados de
bandidos. Pero actividad, ninguna en absoluto.
3. Hasta ahora se nos ha dicho:
«Ama a tu prójimo.» Pues bien, si pongo este precepto en práctica, ¿qué
resultará? –Piotr Petrovitch hablaba precipitadamente-. Pues resultará que
dividiré mi capa en dos mitades, daré una mitad a mi prójimo y los dos nos
quedaremos medio desnudos. Un proverbio ruso dice que el que persigue
varias liebres a la vez no caza ninguna.
4. -Perdóneme -le interrumpió
Rasumikhine-. Yo pertenezco a la categoría de los imbéciles. Tengo los oídos
tan llenos de toda esa palabrería que no ceso de escuchar desde hace tres años,
de todas esas trivialidades, de todos esos lugares comunes, que me sonroja no
sólo hablar de ello, sino también que se hable delante de mi. Yo sólo deseaba
saber quién es usted, pues en estos últimos tiempos se han introducido en
los negocios públicos tantos intrigantes, y esos desaprensivos han
ensuciado de tal modo cuanto ha pasado por sus manos, que han formado a su
alrededor un verdadero lodazal. Y no hablemos más de este asunto.
5.-¿Qué respondió ese profesor de
historia universal cuando le interrogaron?
«Cada cual se enriquece a su modo. Yo también he querido enriquecerme lo más rápidamente posible»
No recuerdo las palabras que empleó, pero sé que quiso decir «ganar dinero rápidamente y sin esfuerzo». El hombre se acostumbra a vivir sin esfuerzo, a andar por el camino llano, a que le pongan la comida en la boca. Hoy cada uno se muestra como realmente es.
-Pero la moral, las leyes...
«Cada cual se enriquece a su modo. Yo también he querido enriquecerme lo más rápidamente posible»
No recuerdo las palabras que empleó, pero sé que quiso decir «ganar dinero rápidamente y sin esfuerzo». El hombre se acostumbra a vivir sin esfuerzo, a andar por el camino llano, a que le pongan la comida en la boca. Hoy cada uno se muestra como realmente es.
-Pero la moral, las leyes...
6. «¿Dónde he leído yo -pensaba
Raskolnikof al alejarse que un condenado a muerte decía, una hora antes de la
ejecución de la sentencia, que antes que morir preferiría pasar la vida en una
cumbre, en una roca escarpada donde tuviera el espacio justo para colocar los
pies, una roca rodeada de precipicios o perdida en medio del océano sin fin, en
una perpetua soledad, aunque esta vida durara mil años o fuera eterna? Vivir,
vivir sea como fuere. El caso es vivir... -y añadió al cabo de un momento-:
El hombre es cobarde, y cobarde el que le reprocha esta cobardía.»
7. -¡Dios mío, qué cosas se ven
en este Piter (San Petersburgo)! -exclamó el joven, entusiasmado-. Excepto a
Dios, aquí se encuentra todo.
8...ninguna voz turbó el profundo
silencio que le rodeaba. La ciudad parecía tan muerta como las piedras que
pisaba, pero muerta solamente para él, solamente para él...
9. Catalina Ivanovna no podía
sufrir la suciedad y, antes que verla en su casa, prefería trabajar hasta más
allá del límite de sus fuerzas. Lavaba mientras todo el mundo dormía.
Así podía tender la ropa y entregarla seca y limpia a la mañana siguiente a su
esposo y a sus hijos.
10. Los vecinos se marcharon uno
tras otro con ese extraño sentimiento de íntima satisfacción que
ni siquiera el hombre más compasivo puede menos de experimentar ante
la desgracia ajena, incluso cuando la víctima es un amigo estimado.
11. Iba vestida pobremente, pero
en su barata vestimenta había ese algo de elegancia chillona propio de cierta
clase de mujeres y que revela a primera vista su condición.
12. Allí estaba Sonia,
insignificante, desesperada, avergonzada bajo sus oropeles, esperando
humildemente que le llegara el turno de decir adiós a su padre. De súbito, el
rostro de Marmeladof expresó un dolor infinito. -¡Sonia, hija mía, perdóname!
-exclamó.
13. Raskolnikof se acercó a ella:
-Catalina Ivanovna -le dijo-, la
semana pasada, su difunto esposo me contó la historia de su vida y todos los
detalles de su situación. Le aseguro que hablaba de usted con la veneración más
entusiasta. Desde aquella noche en que vi cómo les quería a todos ustedes, a
pesar de sus flaquezas, y, sobre todo, cómo la respetaba y la amaba a usted,
Catalina Ivanovna, me consideré amigo suyo. Permítame, pues, que ahora la
ayude a cumplir sus últimos deberes con mi difunto amigo. Tenga..., veinticinco
rublos. Tal vez este dinero pueda serle útil... Y yo..., en fin, ya
volveré... Sí, volveré seguramente mañana... Adiós. Ya nos veremos.
14. Iba lentamente, sin
apresurarse, inconsciente de la fiebre que le abrasaba, poseído de una única e
infinita sensación de nueva y potente vida que fluía por todo su ser. Aquella
sensación sólo podía compararse con la que experimenta un condenado a muerte
que recibe de pronto el indulto.
15. La niña, en vez de
contestarle, acercó a él su carita, contrayendo y adelantando los labios para
darle un beso. De súbito, aquellos bracitos delgados como
cerillas rodearon el cuello de Raskolnikof fuertemente, muy fuertemente, y
Polenka, apoyando su infantil cabecita en el hombro del joven, rompió a llorar,
apretándose cada vez más contra él.
16. «¡Basta! -se dijo en tono
solemne y enérgico-. ¡Atrás los espejismos, los vanos terrores, los espectros...!
La vida está conmigo... ¿Acaso no la he sentido hace un momento? Mi
vida no ha terminado con la de la vieja. Que Dios la tenga en la gloria. ¡Ya
era hora de que descansara! Hoy empieza el reinado de la razón, de la
luz, de la voluntad, de la energía... Pronto se verá...»