EL PODER Y LA GLORIA
El
teniente y el cura. Dos protagonistas sin nombre de una historia de la
revolución mexicana de 1910.
Dos
formas incompletas de contemplar la sociedad. Una por materialista excluyente,
la del teniente y la otra, la del cura, por ignorar las necesidades materiales
de sus feligreses.
Y una
realidad constante, que la humanidad, incluso a fecha de hoy, se niega a tener
en cuenta, que las revoluciones matan a las personas pero que las ideas siguen
vivas y aun acrecentadas sobre la mitología de los héroes y mártires de los
diversos bandos, contaminando incluso la realidad de los hechos históricos y la
pureza de las ideas.
El ser
humano es materia y es espíritu y hay que cuidar a ambos con
esfuerzo, pulcritud y honestidad: “orandum est ut sit mens sana in corpore
sano.” “Se debe orar que se nos conceda una mente sana en un cuerpo
sano”, decía Juvenal. Cuerpo y alma. Cuando una filosofía o una teología
disgregan esta dualidad es cuando surgirá de nuevo una Inquisición religiosa o
una Revolución social y ambas, una y otra solamente traen al hombre
sufrimiento, enfermedad, dolor y muerte. Siempre hay, y siempre habrá, hombres
buenos y hombres malos en los dos bandos y da lo mismo quien venza en la
guerra, al final todo se corrompe y lo único que cambia es el nombre y el
método de los tiranos que explotan a la sociedad.
¡Poder y
Gloria! El poder del hombre para imponer la justicia y la equidad sobre sí
mismo en los asuntos materiales y la gloria inmensa de Dios, o de la Naturaleza
si así quieres llamarle, para disfrutar de su grandeza en sus infinitas
demostraciones, desde una flor minúscula que llama tu atención cuando miras
donde pisas, hasta la majestuosidad de un amanecer, una puesta de sol o la
furia de una tormenta.
La Gloria
está en este mundo, cierto, así lo dicen los revolucionarios que alzan su voz
pregonando su ateísmo y que en el fondo de su corazón se entusiasman con la
espiritualidad de la belleza. La misma gloria que disfrutan los creyentes
dándole gracias a Dios por tanta hermosura.
¿Dónde
está la diferencia?
“-Esto
es útil también. Comprender a un enemigo, quiero decir.” Dijo el
teniente.
NOTAS
1.-El orgullo oscilaba en su voz
como una planta de raíces superficiales
2.-...su limpieza daba una
impresión de ambición excesiva en la ciudad andrajosa
3.-Total: un hombre feliz. Un
odio instintivo, como el del perro al gato, se agitó en las entrañas del
teniente.
4.-Sus ideas le prestaban cierta
dignidad mientras permanecía de pie en el cuartito enjalbegado, con sus botas
lustrosas y su rencor
5.-El calor se aposentaba en el
cuarto como un enemigo
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6.-Ella dijo:
–Preferiría morirme.
–¡Oh, desde luego! –asintió él–. Ni que decir tiene. Pero hemos de continuar viviendo.
–Preferiría morirme.
–¡Oh, desde luego! –asintió él–. Ni que decir tiene. Pero hemos de continuar viviendo.
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7.-La vida no la había atacado
aún: su aire inexpugnable era falso
8.-...dábase cuenta que su cariño
excesivo le robaba autoridad. Uno no puede regir lo que ama; uno lo observa
cuando se arroja con temeridad hacia el puente roto, el carril levantado, el
horror de los setenta años futuros
9.-...lo que está fuera de la
vida, está fuera del recuerdo
10.-Ella avanzaba con lógica,
cada paso a su tiempo, eliminando todas las objeciones.
11.-...el viejo producía un
sorprendente efecto de permanencia. Viviendo en el límite de la existencia,
nada podía cambiar gran cosa en él. Hacía tiempo que era viejo.
12.-...sentía la fuerte atracción
de cumplir con su deber y empezó a trazar el signo de la cruz en el aire;
entonces volvió el miedo, como un narcótico. El envilecimiento y la seguridad
le aguardaban abajo, junto al muelle: necesitaba marcharse
13.-Comprendió que se hallaba en
las garras del imperdonable pecado: la desesperación.
14.-Se sentía feliz. Es una de
las revelaciones extrañas en tal clase de vida; un hombre, a pesar de
padecerla, tiene momentos de alborozo: siempre halla comparaciones con tiempos
peores. Hasta en el peligro y en la miseria el péndulo oscila.
15.-El haber cesado en la
desesperación no significaba, por supuesto, que no estuviese condenado; suponía
simplemente que después de cierto tiempo el misterio se había hecho demasiado
grande
16.-Tenía la mente llena de una
mitología simplificada: Miguel, revestido de coraza, mataba el dragón, y los
ángeles caían por el espacio cual cometas de flameante cabellera porque
tuvieron celos, según ha dicho uno de los Padres, de lo que Dios destinaba a
los hombres: el privilegio enorme de la vida, de esta vida
17– ¿Dónde dormirás tú?
El hombre temía que ella hiciera valer sus derechos. La observaba con disimulo. ¿El matrimonio no era más que aquello: la duda, el recelo y el desasosiego? Cuando la gente se confesaban con él y hablaban de pasión, ¿era todo esto lo que querían decir: el lecho duro, la mujer atareada y el no hablar del pasado...?
El hombre temía que ella hiciera valer sus derechos. La observaba con disimulo. ¿El matrimonio no era más que aquello: la duda, el recelo y el desasosiego? Cuando la gente se confesaban con él y hablaban de pasión, ¿era todo esto lo que querían decir: el lecho duro, la mujer atareada y el no hablar del pasado...?
18.-Tendría una idea sin duda.
Las mujeres son asombrosamente prácticas construyendo en el acto planes nuevos
sobre las ruinas de los viejos.
19.-Sentada sobre ese tronco de
árbol junto al vertedero, mostraba un aire de abandono. El mundo ya se alojaba
en su corazón como el germen de la podredumbre en una fruta. Se hallaba sin
protección; carecía de gracia, de encanto, que abogaran por ella
20.-–Un pobre no puede escoger.
Padre. Ahora, si yo fuese rico, un poco rico nada más, sería bueno.
21.-...no pudo poner voluntad en
la oración. Era la falacia del arrepentimiento en el lecho de muerte. La
contrición es el fruto de un largo ejercicio, de una prolongada disciplina; el
temor no es suficiente.
22.-Le preocupó siempre el
destino de las mujeres devotas: tanto como el de los políticos. Se alimentan de
ilusiones. Se aterrorizaba por ellos. Con frecuencia llegan a la muerte en un
estado de complacencia invencible, hueros de caridad. Era un deber, si uno
podía, despojarles de sus nociones sentimentales acerca del bien
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23.-–Pero la fealdad...
–No crea eso. Es peligroso. Porque de pronto descubrimos que hay en nuestros pecados mucha belleza... Se necesita aprender mucho para ver las cosas con ojos de santo. Un santo tiene un gesto sutil para la belleza...
Yo sé, por experiencia, cuánta belleza llevó Satán consigo al infierno en su caída. Nadie dijo jamás que los ángeles caídos fueran los feos. Oh, no; eran precisamente tan ágiles, hermosos y brillantes...
–No crea eso. Es peligroso. Porque de pronto descubrimos que hay en nuestros pecados mucha belleza... Se necesita aprender mucho para ver las cosas con ojos de santo. Un santo tiene un gesto sutil para la belleza...
Yo sé, por experiencia, cuánta belleza llevó Satán consigo al infierno en su caída. Nadie dijo jamás que los ángeles caídos fueran los feos. Oh, no; eran precisamente tan ágiles, hermosos y brillantes...
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24.- Cuando uno mira con
detención a un hombre o a una mujer, siempre llega a sentir piedad...; ésa es
una cualidad que la imagen de Dios trae consigo. Cuando miráis las arrugas
junto a los ojos, la forma de la boca, el modo de crecer el pelo, es imposible
odiar. El odio no es más que un fracaso de la imaginación.
25.- Aquél era otro misterio. A
veces le parecía que los pecados veniales (impaciencia, una mentira sin
importancia, orgullo, una oportunidad despreciada...) le separan a uno de la
gracia más por completo que los peores pecados. Durante su inocencia no sintió
amor por nadie; ahora, su corrupción le había enseñado...
26.- El instinto se parece al
sentido del deber; se le puede confundir fácilmente con la lealtad
27.-...el primer deber del hombre
es para consigo mismo
28.- Una voz procedente de los
años pasados le decía con firmeza, al oído: no se aprecia lo que no se paga.
Era del cura viejo a quien sustituyera en Concepción. Se lo había explicado:
siempre le dirán a usted que son pobres, que se mueren de hambre, pero siempre
tienen algún dinero escondido en cualquier parte, en un puchero
29.- El miedo y la muerte no son
las cosas peores. A veces es un error continuar viviendo”.
30.- Dios puede perdonar la
cobardía y la pasión, ¿pero era posible perdonar la devoción maquinal?
31.- la salvación puede caer como
un rayo en el corazón malvado; pero el hábito de la devoción lo excluye todo
menos el rezo de la tarde, las reuniones de la hermandad y el contacto de los
labios humildes sobre la mano enguantada.
32.- También la infelicidad puede
convertirse en hábito como la devoción
33.-–Esto es útil también.
Comprender a un enemigo, quiero decir.